En medio de cifras negativas que parecen no acabar, las mujeres confían en que es posible dar una mejor calidad de vida a sus familias y al país con un trabajo conjunto y bajo las mismas condiciones que los varones

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25 de mayo de 2022, 16:40 PM
25 de mayo de 2022, 16:40 PM

Por Walter Vásquez

Las mujeres empresarias que son madres se han rebelado contra los retrocesos económicos y sociales causados por la pandemia del Covid-19, apoyadas en las nuevas tecnologías, recurriendo a su potencial de resiliencia y desarrollando o ampliando sus habilidades de adaptación y de emprendimiento.

En este tiempo, “la situación para las madres de familia que a la vez son empresarias, ha sido dramática”, subraya Silvia Quevedo, presidenta de la Cámara de Mujeres Empresarias de Bolivia (Camebol).

Desde el inicio de la emergencia sanitaria, detalla, las mamás que tienen un negocio tuvieron que darse modos para sobrellevar el estancamiento de la economía y las restricciones impuestas por la pandemia, así como para mantener sus emprendimientos y los empleos que éstos generan, sacando recursos de donde no hay e inyectando a las empresas nuevas inversiones sin incrementar el precio de productos o servicios.

Y esto lo siguen haciendo hasta hoy, encarando también las nuevas amenazas que se ciernen sobre el empresariado, como la lenta recuperación económica mundial, golpeada esta vez por los efectos negativos de la guerra entre Rusia y Ucrania, y los problemas que se arrastran en las cadenas globales de suministro, los que tienen sus consiguientes efectos en un país mayormente importador como Bolivia.

Aldana Fernández, gerente de Great Place To Work Bolivia, considera que durante la emergencia sanitaria las madres empresarias y las mujeres en general del país han fortalecido su resiliencia, su capacidad de adaptación a cambios rápidos y a nuevas formas de trabajo, y su inteligencia emocional.

Con estas habilidades han aprendido a equilibrar su tiempo en el hogar y el trabajo, para conseguir los resultados económicos de la compañía y para atender la salud física y emocional suya y de sus familias, las cuales se vieron aquejadas por miedos y por la depresión que causa una crisis sanitaria. Y en estas tareas, han hecho grandes sacrificios personales.

Un estudio de ONU Mujeres reveló que el ya desigual trabajo que hacía la mujer en el hogar antes del coronavirus se multiplicó por tres durante la crisis sanitaria, lo que limita aún más sus oportunidades de mejora de ingresos, de innovación y de acceso a financiamiento y medios de producción.

A lo anterior se suma el hecho de que la fuerza laboral femenina fue la más afectada por la crisis desatada por el Covid-19 en los mercados laborales, ya que fueron despedidas, se vieron forzadas a cerrar sus negocios o tuvieron que dejar en masa sus fuentes de trabajo por tener que atender las demandas de cuidados en sus hogares. Esta situación, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), representa un retroceso de más de una década en los avances logrados en materia de participación laboral en la región.

Al no poder recibir, por temas de bioseguridad, al personal que habitualmente colabora en los hogares en la limpieza, la cocina y el cuidado infantil, mucha de la carga doméstica y de la educación de los hijos fue absorbida por las mujeres, que además se hicieron cargo del cuidado del niño, papá o familiar enfermo por coronavirus, indica Fernández.

En estos dos años, situaciones como la educación virtual de los hijos se han tenido que resolver con recursos muy limitados, en este caso de internet y de dispositivos electrónicos, lo que genera la necesidad de políticas para revertir el bajo rendimiento educativo en los estudiantes, afirma Quevedo.

Los indicadores muestran que la pandemia ha alejado a la mujer del trabajo o, en su defecto, la ha sobrecargado” de tareas, “porque cuidando el empleo ha tenido que balancear todos estos elementos y no ha sido fácil. Eso ha ocasionado también que haya un 25% de incremento en las sensaciones de estrés de la mujer empresaria”, indica Fernández, sicóloga de profesión.

La profesional está consciente de que esta sobrecarga laboral en la mujer en general va a continuar, ya que un 70% de ellas tiene una ocupación informal, sin beneficios laborales o un salario justo,

Al perder sus empleos, “han tenido que buscar otras alternativas de ingreso para seguir manteniéndose y comenzaron a vender perfumes, comida u otros elementos básicos”, relata.

Esta situación intensificó el emprendimiento por necesidad, lo que se puede percibir en un estudio de la ONU que revela que siete cada 10 micro, pequeñas y medianas empresas que hay en el país están lideradas por mujeres, la mayoría con menos posibilidades de acceso a elementos básicos para el emprendimiento, como el conocimiento y el financiamiento, así como menor cantidad de recursos.

En medio de estos escenarios adversos, hay elementos que pueden aliviar el trabajo de la mujer.

Patricia Hurtado, presidenta de la Fundación Iguales, recuerda que en el mundo se han registrado avances vinculados a la flexibilización de la jornada de trabajo, lo que ha posibilitado que más mujeres ingresen al mundo laboral conciliando su vida laboral con la familiar, sin embargo, esos avances no son significativos en Bolivia.

Hurtado observa, además, que si bien con el mayor uso de tecnologías en este tiempo se registró una mayor incorporación de la fuerza laboral femenina a la economía, este avance no se refleja a la hora de contabilizar a las mujeres en los puestos jerárquicos de las empresas, lo que se debe a que “todavía somos una sociedad que tiene muchos estereotipos de género”.

“Falta un camino por recorrer para que el ecosistema empresarial tenga mucha más flexibilidad y haya muchas más mujeres dirigiendo empresas y participando activamente de la toma de decisiones” en el sector privado, sostiene.

Karina Herbas, directora ejecutiva de la Cámara Nacional de Bebidas, considera que hay “un miedo al cambio”, ya que bajo circunstancias totalmente igualitarias el aporte de la mujer, “sin duda, traería grandes satisfacciones”.

Para Fernández, otro factor que obstaculiza mayores avances en la equidad de género son las leyes bolivianas, que son “aún muy obsoletas” y no acompañan el desarrollo y la velocidad de los avances laborales en el mundo. “No hay un apoyo o incentivo formal del Gobierno a la inclusión de las mujeres dentro de las organizaciones”, sostiene, antes de indicar que este trabajo, pendiente en políticas y prácticas culturales, es también un desafío del sector privado.

“Las organizaciones nacionales tienen que abrirse a brindar oportunidades reales a la mujer”, coincide Herbas.

Aún hay una cultura más machista y estereotipos que se siguen manejando en nuestro país, al indicar que las mujeres no están los suficientemente preparadas para ocupar algunos puestos de dirección o que -por el contrario- al ocuparlos no van a poder cumplimos bien, porque tienen que atender otros roles de casa”, afirma Fernández.

 La mujer tiene mucho que aportar no solo desde el lado económico, más calculador, sino también desde el lado emocional y de corresponsabilidad que ya tiene en todo lo que hace”, lo que contribuirá “a una sociedad mucho más equitativa y justa, con alto sentido de calidad y respeto hacia la comunidad”, asegura Herbas.

Según estudios efectuados en países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y en algunos países no miembros, el aumento de la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo —o una reducción de la disparidad entre la participación de mujeres y hombres en la fuerza laboral— produce un rápido crecimiento económico de los países.

“La mujer es realmente el equilibrio perfecto entre la inteligencia, la emocionalidad y el compromiso con el desarrollo”, recalca Herbas.

Existe aún una brecha de género muy importante en el mundo laboral y económico, en el que todos tenemos que trabajar, sector público y privado, porque si todos nos quedamos quietos la brecha de género va a tardar mucho más tiempo en cerrarse”, advierte Hurtado.

Mientras se avance hacia esos objetivos, las mujeres seguirán apelando a sus capacidades y apoyándose mutuamente, confiando en que pase la conmoción social y económica causada por la pandemia.

La resiliencia, la sororidad, han primado y siguen primando” en este tiempo de pandemia y son “la base para sostener las economías formales e informales”, asegura la Presidenta de Camebol.

La resiliencia es creer que sí se puede, a pesar de las situaciones tan dramáticas que hemos vivido en general. No importa el estatus social o rubro de negocios, todos hemos sufrido pérdidas de seres queridos en nuestras familias o amistades cercanas, y hemos visto con impotencia cómo esta enfermedad ha transtornado la economía de las familias que han luchado por cuidar su salud”, recuerda.

En este tiempo, “entre mujeres hemos crecido muchísimo, nos apoyamos también y hemos entrelazado talentos, oportunidades y escenarios virtuales para desarrollar productos, ideas y proyectos para el país con perspectivas internacionales”, expresa Herbas.

“Es una bendición estar vivos y sanos, y creo que ese es el mayor regalo que podemos pedir a la vida. Tengamos la fe suficiente de que sí vamos a salir adelante, trabajando en comunidad”, concluye Quevedo.