Producción El objetivo es aumentar los rendimientos en una menor superficie y garantizar alimentos para el mercado interno. Probioma critica el actual sistema

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17 de julio de 2018, 8:55 AM
17 de julio de 2018, 8:55 AM

Carpir y remover la tierra en superficies mayores a las 50 hectáreas, controlar la maleza de forma manual y luchar contra las plagas con humo son una estrategia que ninguna billetera de un mediano o gran productor está dispuesta a financiar y menos cuando en el mercado hay distintos sistemas y productos ya probados que permiten realizar un triángulo considerado por el agro como el ideal: ahorro en la producción, mayor rendimiento y mantener la misma área de siembra.

Así, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2000 el suelo cruceño captó 29,78 millones de kilos de agroquímicos, mientras que hasta el año pasado las importaciones llegaron a los 152,31 millones de kilos, lo que significó un aumento del 500%.

Según el INE, los fertilizantes, de 14.925 millones de kilos, en 1999 pasaron a 100.982 millones, lo que significó un aumento del 577%, mientras que en similar periodo los insecticidas de 1.921 millones de kilos se incrementaron a 10.019 millones (un 421%) y los herbicidas pasaron de 8.175 millones de kilos a 34.365 millones, registrando un aumento de su importación en un 320%.

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Al respecto, desde el Departamento de Planificación de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) informaron de que la superficie de cultivo de los seis productos principales (soya, maíz, algodón, caña de azúcar, arroz, sorgo y sésamo) osciló, durante la campaña de invierno del periodo 2013-2017, entre las 927.000 y las 946.000 hectáreas y que en 2016 tuvo una considerable reducción, pues solo llegó a las 738.450 hectáreas. Mientras que en la campaña de verano las áreas de siembra, desde 2013 hasta el año pasado, no pudieron superar los 1,3 millones de hectáreas, a pesar del uso intensivo de agroquímicos.

Al respecto, Vicente Gutiérrez, expresidente de la Asociación Nacional de Productores de Maíz, Sorgo, Frejol y Cultivos Alternativos (Promasor), remarcó que gracias al uso de los agroquímicos el sistema agropecuario de Santa Cruz tuvo un importante desarrollo.

Gutiérrez explicó que en la actualidad es impensable no recurrir a los fertilizantes, fungicidas, insecticidas y herbicidas en la labor agropecuaria, a tiempo de precisar que la forma y la cantidad de su uso están controlados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) y mientras no indiquen lo contrario, el agro seguirá recurriendo a estos ‘aliados’ que les permiten ahorrar costos de producción, mejorar los rendimientos y evitar el desmonte de nuevas superficies.

“No por el hecho de usar agroquímicos la superficie agropecuaria tendría que aumentar, sino todo lo contrario, pues la idea es producir más en un menor área, tener un sistema intensivo y no extensivo, y para ello el salto a lo transgénico será clave”, precisó Gutiérrez.

Los rendimientos

En cuanto a los rendimientos agrícolas por hectárea, desde la CAO indicaron que el sorgo en las campañas de invierno de 2013, 2014 y 2017 pasó de 2,36 toneladas a 3 y 2,40, respectivamente. Mientras que en la de maíz, en 2013, se ubicó en 2,7; en 2014 subió a 3,21; lo mismo en 2015, que cerró con un rendimiento de 3,26 toneladas por hectárea.

En la campaña de verano 2012/13, el arroz pasó de 2 toneladas por hectárea a 3 (2013/14) y a 3,2 en 2014/15, para luego bajar a 3 en la campaña 2016/17.

Para Salomé Cristina Tupa, productora arrocera, no usar agroquímicos es matar al sector.

“Agroquímicos y riego es lo que necesitamos para mejorar nuestra producción, no podemos dar marcha atrás”, dijo Tupa, a tiempo de remarcar que con los agroquímicos se puede hacer frente a las plagas y a las enfermedades, y en algunas zonas, con un adecuado uso de los fertilizantes, aumentar el rendimiento hasta un 50%, es decir, pasar de 3 toneladas a 4,5 y, en algunos casos, llegar a las 6.

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La observación

Sin embargo, Miguel Ángel Crespo, director de Probioma, considera que el uso de los agro- químicos no tiene incidencia directa en los rendimientos, sino que el mismo está ligado a la calidad de la semilla y de su adaptación a las condiciones ecológicas y ambientales donde se va a cultivar; al buen manejo de suelo, al manejo que se haga del cultivo, es decir, sembrar con las condiciones favorables de humedad y en las fechas más óptimas para el cultivo y realizar el control biológico de plagas y enfermedades, acompañado de medidas integrales de asociación y rotación de cultivos, cortinas rompevientos y bosques de protección.

“Para generar buenos rendimientos en la agricultura es el clima, que si no acompaña con las lluvias necesarias y la radiación solar requerida para los cultivos no sirve de nada la buena semilla, los suelos fértiles o hasta la utilización de los agroquímicos o transgénicos, que no son sinónimo de buenos rendimientos”, puntualizó Crespo.

Para Ángel Rojas, productor de maíz en la zona sur, la propuesta ‘verde’ puede funcionar para un mercado reducido y para un público que esté dispuesto a pagar más por el kilo de fruta, verduras u hortalizas.

Entre un agro 'verde' y aquellos que recurren a los agentes químicos

El modelo cruceño tiene dos principales tendencias: los que apoyan el uso de los agroquímicos y los que consideran que hay otras alternativas menos nocivas para la tierra.

En este contexto, Miguel Ángel Crespo, director de Probioma, considera que el modelo dominante de la agricultura cruceña se basa en el uso de agroquímicos que genera grandes problemas de dependencia del productor hacia esta tecnología, ya que estos se incrementan de manera constante en cada campaña agrícola, debido a la resistencia creciente de las plagas y maleza.

El especialista sostuvo que es necesario salir de este círculo insostenible de uso de agroquímicos e indicó que las propuestas agroecológicas han demostrado en campo, con cultivos intensivos y extensivos, que son sostenibles y no se requiere la utilización de agroquímicos y que para llevar adelante esta transición se requieren políticas públicas que fomenten esta clase producción con metas en el corto, mediano y largo plazo.

La otra cara de la moneda es Miguel Seminario, presidente de la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA), que considera que sin los denominados “defensivos agrícolas o productos fitosanitarios” no hubiese existido la expansión de la frontera agrícola, ya que con el empleo de los mismos se ha conseguido una producción agrícola estable generadora de la seguridad alimentaria del país, así como de la oferta exportable de origen agropecuario.

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Desde su posición, Seminario está seguro de que los agroquímicos provocan buenos rendimientos y buena calidad en las cosechas, generando un suministro permanente de alimentos y materias primas para las comunidades y que el uso de estos productos evita la contaminación del medioambiente en los campos y la contaminación de las aguas de consumo humano y animal.

El Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) indicó que las empresas importadoras de agroquímicos son controladas y que existen parámetros internacionales que guían la cantidad y forma de uso, para así evitar problemas de salud en la población.

Para Jorge Robledo, especialista en producción intensiva de hortalizas, el debate entre los ‘verdes’ y los que usan químicos no debe apoyarse en los extremos, sino en los resultados y que en el caso boliviano los agroquímicos sin duda han sido de mucha valía, en especial para los grandes productores, que apuestan por la exportación.

Sin embargo, Robledo indicó que un dato que no se puede desconocer es que cada vez la fertilidad de los suelos disminuye, por lo que se debe pensar en otras alternativas de producción.

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Una de esas alternativas para aumentar los rendimientos es la que propuso Crespo al indicar que se necesita conservar y establecer bosques de protección y medidas integrales relacionadas al manejo sostenible de suelos.

El experto precisó que si se relacionan cuántos kilos de agroquímicos se han utilizado en la agricultura boliviana se observa que, en 1999, se usaban 13 kilos de agroquímicos por hectárea y para 2016 se incrementó a 33 kilos por hectárea, representando un aumento del 154% en 17 años. Mientras que en el caso de los rendimientos hizo notar que, en 1999, el promedio era de 3,9 toneladas por hectárea y en 2016 llegó a las 4,6 toneladas por hectárea, es decir, un incremento del 18%.

“En síntesis, nuestra agricultura está en una fase de desastre y es insostenible, pues cada año presiona para ampliar la frontera agrícola”, lamentó Crespo.