Pailón, con más de medio millón de reses, y San Ignacio de Velasco, con 404.310 bovinos, son los municipios con mayor hato ganadero de Santa Cruz y del país

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10 de mayo de 2016, 11:51 AM
10 de mayo de 2016, 11:51 AM

La tarde de ese tercer viernes de abril, Mercy Mayser avanza a cielo abierto con pasos ágiles y precisos en Nueva York. Así se llama su paraíso terrenal de 1.080 hectáreas. Es un lugar al que se ingresa sin visa ni pasaporte.

Nueva York está en San Ignacio de Velasco, un municipio considerado la capital del cebú situado a 456 km de la urbe cruceña y cerca de la frontera con Brasil.

Mercy avanza en medio de 33 grados centígrados que no incomodan su humanidad de seis décadas. A cada paso que da, su pelo corto y rubio brilla con los rayos del sol.

Unas veces a su lado y otras unos metros detrás de ella, está su compañero de toda la vida, el general jubilado del Ejercito, Justo Antonio Gareca (67) que la apoya en su pasión de criar ganado. Para meterse en sus corrales y mostrar sus 500 reses, ella no usa botas ni pantalón vaquero.

Está con los zapatos de tacón, el pantalón y la blusa manga corta que ese viernes usó en su despacho de presidenta de la Asociación de Ganaderos de San Ignacio de Velasco (Agasiv).

Lo que destaca a Mercy es que se ha convertido en la primera mujer en la historia de la institución que lidera a 415 ganaderos de la zona. En ese mundo de reses y tranqueras ignaciano, con fuerte presencia varonil, hay una particularidad que aflora.

Un grupo de 30 mujeres con su propio estilo, como Mercy dice, son las que mandan en sus propiedades. Se consideran ganaderas de raza.

La casa en Nueva York está cobijada por la sombra de robustos y frondosos árboles de manga, cuyas ramas se inclinan hacia la tierra.
En su interior, José Antonio muestra las reliquias familiares como las tranqueras originales de la hacienda que compraron hace 21 años, las monturas de caballo de sus nietos y las fotografías de su descendencia.

Al pasar por el centro de la hacienda, se disfruta del aroma de café hecho a fuego lento de leña, mezclado con el de los cuñapés cociéndose en un horno de barro.

Mercy es ganadera de uno de los dos municipios que actualmente son considerados los ‘reyes del ganado’ del departamento de Santa Cruz. El otro municipio es Pailón. Así también lo reporta el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Al caer la noche, la luna da un baño de luz a los tejados de las casas y a los lomos de las 404.310 reses criadas en casi 1.000 haciendas.

La producción y el engorde

A 396 km de San Ignacio de Velasco y a 60 km de Santa Cruz de La Sierra, está Pailón que, según el último registro del municipio, tiene más de medio millón de reses.

Tanto al secretario municipal de Desarrollo Humano y Social de Pailón, Daniel Herrera, como al director de Desarrollo Económico, Rolando Martínez, la noticia de ser considerado un municipio ‘rey del ganado’, los llena de felicidad.

Ambos coinciden en explicar que en el lugar predomina la actividad de engorde de bovinos. También destacan que la región tiene campos de cultivos de soya y sorgo extendidos en más de 300.000 hectáreas.

A diferencia de San Ignacio de Velasco, las casas de Pailón están recostadas a los costados del asfalto. Por sus ventanas, durante las 24 horas, ingresa el bramido de los motores de camiones de alto tonelaje.

Unos traen ganado para engorde desde San Ignacio de Velasco, de otros municipios y de Beni. Otros rodados sacan de sus campos de cultivo toneladas de granos de soya con destino a las industrias.

Daniel y Rolando explican que, en su historia, Pailón ha vivido tres momentos productivos destacados. Primero fue la capital del algodón, luego fue de la soya y ahora es uno de los municipios con mayor hato ganadero de la región.

Lo que deja en claro Mercy, es que en San Ignacio son productores de ganado y Pailón es un municipio de engorde y de venta de ganado.

“Ahora Pailón puede tener 500.000 cabezas de bovinos y al poco tiempo solo se quedan con 200.000 porque las venden”, precisa.

Con las pezuñas hundidas en el lodo mezclado con estiércol, el ganado recién llegado para engorde es arreado por hombres montados en los corrales de la empresa Grupo Santa Clara del Este, en Pailón.

Enjugándose el sudor de la frente, Ismael Ibáñez, encargado de confinamiento de la empresa, deja de dirigir la organización de los animales por unos momentos. Salta por una de las tranqueras y explica que en las áreas de engorde ingresan reses de diferentes dueños y de diferentes regiones.

Ismael detalla que en una extensión de 80 hectáreas la empresa tiene una capacidad de confinamiento de 2.000 bovinos. En breve se ampliarán las áreas para otras 900. Al año tiene la capacidad de albergar a 6.000 cabezas.

El proceso dura entre 45 y 60 días con una alimentación de lujo. El promedio de engorde por res oscila entre 1,75 a 2,20 kilos por día. Durante el tiempo de tratamiento, el animal que ingresa con un peso de 350 kilos, sale con 480 y 500 kilos. Listo para el remate o faeneo.

La modalidad de confinamiento para engorde en alquiler de espacios o en sus propias haciendas -según explica el director de Desarrollo Económico y Productivo Rolando Martínez- es una de las prácticas más utilizadas por los ganaderos en Pailón.

Mercy junto a su esposo, Justo Antonio hacen notar que en los remates de terneros y torillos de San Ignacio los compradores se llevan el ganado a Pailón.

Él avanza unos pasos detrás de Mercy en el recorrido por la tierra de Nueva York y describe otros detalles del proyecto de vida que encara junto a ella.

“Esta es mi pasión de toda la vida”, afirma Mercy mientras se detiene y mira con sus ojos color turquesa su ganado, sus potreros y sus atajados.
En un instante de silencio se le lanza la consulta a Justo Antonio.

¿Quién manda aquí? Mercy dice que es la que manda, al igual que las otras 29 ganaderas de San Ignacio en sus haciendas”.

La respuesta del general jubilado es una carcajada que estalla y se diluye entre los arboles de manga que dan sombra y frutos en Nueva York.