La fuerte presencia del Estado en la actividad oleaginosa argentina, y la desinversión en el sector explican su declive

8 de junio de 2024, 9:00 AM
8 de junio de 2024, 9:00 AM

Argentina potencia soyera tiene los días contado. Mientras Paraguay “es una topadora”, es la lectura de los analistas del agro argentino, que ven que los años de intervención estatal ha minado la fuerza del sector hasta el extremo de no poder recuperarse.

Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara Exportadora Cerealera (CEC), entidad que agrupa a empresas que canalizan más del 60% de las exportaciones argentinas, aseguró que hay perspectivas de “desinversión” en el sector agroexportador,

“El partido lo perdimos, es irreversible. Argentina es un jubilado de la agricultura”, alertó, a tiempo de vaticinar que el principal abastecedor de dólares de exportación a la economía “va al fracaso total”, que en el futuro “desaparecerá la soya”.

Para Idígoras, Paraguay se va a convertir en la gran fábrica, detrás de Brasil, y “por eso, en pocos años, el polo industrial del Gran Rosario no va a tener ningún sentido de existir”.

El dirigente lamentó que hace 10 años viven engañados pensando que Argentina alimenta al mundo cuando, en realidad Brasil y EEUU son lo que lo hacen y mientras eso sucede “Paraguay es una topadora y Argentina es un jubilado de la agricultura, porque hace 15 años que estamos absolutamente estancados”.

¿Por qué sucede esto?

Los motivos para el declive argentino se resumen, según Idígoras, en la fuerte presencia estatal, durante 15 años; en la presión tributaria exclusivamente en la soya, en la desinversión, y en la nula innovación sectorial.

Al respecto, Jorge Sosa, analista agropecuario, indicó que el mundo demanda nuevos requisitos de calidad y, en este aspecto, la Argentina se estancó”.

“Si Argentina sigue así no va a producir más de 20 millones de toneladas de soya por año, y Bolivia nos va a arrasar y pasar por arriba, ya que en los últimos 15 años creció su producción en 400% y Argentina cero. Además, Paraguay se va a convertir en la gran fábrica”.

Idígoras puntualizó que su país debería estar compitiendo para ser la biorrefinería del mundo y abastecer con biocombustibles a la aviación y al transporte marítimo del mundo, “pero lo más probable es que en el futuro importemos bio desde Paraguay y Uruguay para abastecer los aeropuertos internacionales”.

Sosa subrayó que lo que importa ahora es la energía y van a ser las petroleras las encargadas de comprar granos y procesarlos para convertirlos en bioenergía de segunda y tercera generación que van a remplazar a los carburantes fósiles.

¿Pero dónde se hará la transformación de los granos? en Brasil y EEUU responde Idígoras, pues en su criterio Argentina tendrá una cuota mísera en participación internacional y, probablemente, termine siendo un país de exportación de maíz “porque no tenemos la capacidad para industrializarlo, y nos va a costar hacerlo porque Brasil ya nos ganó esa carrera”.

“¿Queremos soya en Argentina? Si respondemos que sí, debemos tener una industria aceitera que sea competitiva y que entre en esta cadena global; necesitamos una hidrovía a 42 pies, que haga que sea más beneficioso para Brasil y Paraguay sacar su soya por la vía navegable y no por el mar; y una política tributaria que deje de castigar a la soya”, observó Idígoras.