El presidente ejecutivo de Las Lomas habla de cómo una pequeña empresa se convirtió en líder del mercado. El grupo familiar lleva adelante un proyecto con una inversión de 140 millones de dólares

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10 de marzo de 2019, 4:00 AM
10 de marzo de 2019, 4:00 AM

El apellido Zurita viene forjado en letras de acero en Bolivia, detrás de la marca Las Lomas, que tiene presencia en todo el territorio nacional y que se encuentra en vías de consolidar una industria siderúrgica. Esa solidez se ha conseguido en el seno de un negocio familiar que empezó de la nada hace 50 años. El legado continúa vibrante, ahora bajo el liderazgo del único miembro de la segunda generación, el administrador de empresas Juan Carlos Zurita. Desayunamos con él en el hotel Camino Real, propicia ocasión para conocer cómo se fraguó esta exitosa empresa.

La familia Zurita se vino de Cochabamba a Santa Cruz en los años 60, cuando Juan Carlos tenía 6 años de edad. Su padre trabajaba con camiones y su madre era contadora. El primer emprendimiento de la familia en tierra oriental fue un ingenio arrocero en la zona norte, convirtiéndose así en uno de los cuatro que habían en aquella época. Pronto, el negocio se fue inclinando hacia los agricultores, haciéndose menos atractivo para los primeros. Pero las nuevas oportunidades siempre están a flor de piel para los visionarios. El inquieto padre decidió construir y, al descubrir que en la ciudad no había acero, viajó a Brasil para comprar una importante cantidad del material. Cuando el acero apenas había llegado a la estación de trenes, los constructores acudieron en masa a adquirirlo directamente desde los vagones. “En aquel entonces, Santa Cruz era relativamente pequeño y la gente se enteraba de todo”, relata Juan Carlos al explicar esa repentina demanda.

En esas circunstancias los esposos Zurita decidieron crear Las Lomas. Corría el año 1969. “Empezó con papá, mamá y dos empleados”, dice Juan Carlos, recordando esos esforzados inicios de comercialización de acero. Hoy la empresa cuenta con 500 empleados y, además de comercializar acero, también lo transforma; hace perfiles, corte y doblado, fabrica calaminas, mallas electrosoldadas y también conforma fierro a partir de palanquillas. Cuenta con 23 sucursales en ocho departamentos, pero el mercado principal se genera en el eje troncal.

Este crecimiento ha permitido que el portafolio de negocios de la familia se diversifique, llegando el Grupo a tener más de 1.200 empleados, en sectores tan diversos como el de combustibles (Genex) y en la ganadería.

Trayectoria personal

Cuando la gente le pregunta a Juan Carlos Zurita si es cochabambino o cruceño, él responde con una broma: “Cuando llegué a Santa Cruz, pesaba 17 kilos, y ahora peso 107. Sacá tus conclusiones”. Al menos se puede deducir que su peso empresarial se generó en tierra cruceña.

Después de graduarse como administrador de empresas en el estado de Virginia, Juan Carlos regresó a su tierra para colaborar a sus padres y el primer reto que tuvo fue tratar de vender una gran cantidad de litros de aceite, en plena época de alta inflación de los años 80. Logró venderlo todo en seis meses, y luego se haría cargo de administrar el hotel Las Américas, que su padre estaba terminando de construir.

Al cabo de un año, el joven empresario propuso abrir una sucursal en La Paz. “Mi padre, muy molesto, me dijo que no se podía estar en dos lados para administrar un negocio, pero le expliqué que había técnicas para poder manejar las cosas a distancia”, recuerda.

De esa manera, Juan Carlos abría la visión de su entorno y asumía mayores riesgos, pero siempre evaluando las potencialidades de cada negocio.

La soñada planta siderúrgica

Ese bagaje empresarial, más un trabajo de preparación de unos siete años, le ha servido al grupo de la familia Zurita, para encarar la instalación de una planta siderúrgica, que requiere una inversión de 140 millones de dólares, con un financiamiento bancario de 80 millones.

“Nos ha animado la estabilidad económica, el financiamiento a largo plazo con tasas de interés del 6%, muy buenas, además de contar con suficiente electricidad. Cuando empezamos a soñar este proyecto, el país contaba con un superávit de electricidad de apenas 50 kW, cuando solo nosotros íbamos a consumir 60”, explica Zurita.

La siderúrgica procesará chatarra en maquinaria italiana de última generación y llegará a producir cerca de 200.000 toneladas de material en unos tres años de funcionamiento. Generará 300 empleos directos y 20.000 indirectos. “Siempre hemos pensado en Bolivia”, dice Juan Carlos, al asegurar que las inversiones del grupo se concentran en el país.