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11 de septiembre de 2024, 4:00 AM
11 de septiembre de 2024, 4:00 AM

La participación de la mujer en el devenir de la humanidad sigue siendo una historia oculta, algo así como la otra cara de la luna. Solo pocas heroínas superaron el olvido, ocupando pedestales y monumentos, generalmente destinados a los hombres. Sin embargo, por debajo del relato, siempre hubo un movimiento femenino, a veces silencioso, otras veces más sonoro, que fue visibilizándose con el tiempo, y así, ser reconocido y respetado.

En el caso boliviano, no sólo la presencia de la mujer ha sido escamoteada en la verdadera historiografía, peor aún, la mujer cruceña no existe en sus páginas, cuando siempre ella estuvo en primera fila en el combate por la libertad y el progreso de la gente. Nadie puede negar que la historia ‘oficial’ del andinocentrismo no ha reflejado en su verdadera dimensión la participación y los aportes que las mujeres cruceñas hicieron y siguen construyendo un mejor porvenir en todas sus dimensiones. Siempre decía Susana Seleme: No hay historia sin mujeres.

En Santa Cruz, la mujer siempre ocupó una labor destacada en la lucha por los derechos regionales, enfrentando con decisión y luminiscencia, todos los intentos de humillar o subyugar a su terruño. Sin la mujer, la existencia de Santa Cruz y lo cruceño como identidad, no serían posibles. Sin embargo, se ha pretendido generar una especie de invisibilidad o murallas de humo para impedir advertir el rol que desempeña la mujer.

La rememoración de los 200 años de la independencia de Santa Cruz este próximo 14/15 de febrero de 2025, nos impele a evocar a todas aquellas valientes mujeres cruceñas, que en distintas épocas y circunstancias nos legaron un ejemplo de valor, fe y entereza, a contrapelo de lo que actualmente la sociedad exalta prioritariamente, como la belleza, a través de concursos y pasarelas, que, si bien son valores innatos de nuestras mujeres, relegan su carácter ideológico, social y cultural, a la biología como objeto.

Dos leyes, una municipal y otra departamental, declaran el 10 de septiembre de cada año como el “Día de la Mujer Cruceña”. El objeto de ambas normas es destacar un justo reconocimiento a su valentía, sacrificio y heroísmo en la reivindicación de derechos y luchas históricas, así como su contribución al desarrollo social, económico, político y cultural de la región y del país.

En este orden de ideas, el Estatuto Autonómico del Departamento de Santa Cruz (EASC) prevé en su artículo 5° el derecho de la mujer “...a vivir una vida libre de violencia, sin discriminación por razones de género en los ámbitos políticos, sociales, laborales o de otra índole, ejercer plenamente sus derechos civiles y económicos, así como a participar libremente en el ejercicio, formación y control del poder político”.

Que la abnegación y la fe inmutable de estas madres, esposas e hijas en el tiempo, sirvan de faro para mostrarnos el camino de la victoria, de la paz y el trabajo. No será con palabras formales y buenas intenciones nuestra salutación para homenajear a la mujer cruceña. Nos exige renovar nuestros compromisos, no con la pasividad o indiferencia que quieren convertirse en cobardes costumbres, sino mediante la militancia activa de luchar cotidianamente por nuestros valores, principios y derechos regionales.

Por todo lo dicho, muy bien merece la mujer de Santa Cruz este último párrafo, escrito con letras de bronce: ¡Todos de pie: que se escucha el paso firme y sonoro de las mujeres valerosas, que gritan a voz en cuello, libertad, igualdad y justicia.




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