El legado de la no violencia. Liberó a su India natal de la sujeción británica con la desobediencia civil como única arma. Paradójicamente, nunca recibió el Nobel de la Paz

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3 de octubre de 2019, 11:20 AM
3 de octubre de 2019, 11:20 AM

S. Vincenti / Agencias

Aunque nunca quiso que su nacimiento (1869) fuera fiesta, el Gobierno indio conmemora cada 2 de octubre Gandhi Jayanti, una celebración por el natalicio del ‘Padre de la nación’.

Ha pasado un siglo y medio desde que Mohandas Karamchand Gandhi, más conocido como Mahatma Gandhi (alma grande), llegara al mundo para cambiar el destino de los indios.

Nació en una casta pudiente, estudió abogacía en Inglaterra, pero sufrió discriminación cuando se fue a trabajar a Sudáfrica en 1893. Un año después, creó en ese país el Partido Indio del Congreso de Natal, que unió a la comunidad india en una fuerza política homogénea, inundando a la prensa y al gobierno con denuncias de violaciones de los derechos civiles de los indios y pruebas de la discriminación ejercida por los británicos en Sudáfrica.

En 1915, Gandhi regresó a India, donde prestó atención a la política y protagonizó la protesta no violenta conocida como la Marcha de la sal (que luego inspiraría a Luther King). Durante la Segunda Guerra Mundial (SGM), declaró que la India no podría ser partidaria de una contienda bélica que, aparentemente, era una lucha para la libertad democrática, mientras que esa misma libertad le era negada a la India. Recibió algunas críticas por esta postura, bajo la creencia de que era inmoral no apoyar a Gran Bretaña contra el nazismo alemán.

Aunque el movimiento no violento de la India tuvo éxitos, sufrió una despiadada represión que trajo el orden al país a finales de 1943. Con el final de la guerra, el imperio británico dio indicaciones claras de que el poder sería transferido a manos indias. En este punto, Gandhi ordenó suspender la lucha, consiguiendo que liberaran a alrededor de 100.000 presos políticos, incluyendo la dirección del Partido del Congreso.

Para la India, el de Gandhi fue el movimiento más poderoso de la historia de su lucha, con detenciones y violencia en una escala sin precedentes. Millares de combatientes por la libertad murieron o cayeron heridos por el fuego de la policía, y cientos de miles fueron arrestados.

Su fracaso

Entre 1945 y 1947, más de 5.000 personas murieron en enfrentamientos entre hinduistas y musulmanes, dos grandes poblaciones religiosas en India.

El plan de la división de la India fue aprobado por el Congreso como una forma de evitar una guerra civil hinduista-musulmana a gran escala.

El día de la partición, cuando India se bifurcó en India y Pakistán, el 15 de agosto de 1947, Gandhi no celebró como el resto de la India. Estuvo solo en su residencia en Calcuta.

Más adelante continuaría la división, con Gandhi ya muerto. En 1971, Bangladesh también se separó de Pakistán.

Muerte y legado

El 30 de enero de 1948, cuando Gandhi, entonces de 78 años, se aprestaba para rezar en Nueva Delhi, fue asesinado por Nathuram Godse, un radical hinduista que aparentemente estaba relacionado con grupos ultraderechistas de la India. Godse fue condenado a muerte junto a su cómplice, pero nunca pudo demostrarse que detrás de él quizás estuvo Vinaiak Dámodar Savarkar, activista del Movimiento de Independencia de la India, a quien se atribuye el desarrollo de la ideología nacionalista Hindutwa (de la supremacía de la fe hindú en la India).

Mientras se le escapaba la vida, Gandhi exclamó: “Hey, Rama” (el nombre del Dios más popular de India en la actualidad).

Con su muerte nació un referente histórico de la lucha no violenta por la independencia de India frente a la sujeción británica.

El que fuera un integrante de casta pudiente e inicialmente abogado mediocre, tuvo una indiscutible influencia moral en el proceso emancipador.

Desde temprana edad fue asceta, buscaba purificarse con la abstinencia sexual y evitaba dañar a ser viviente alguno (su estilo de alimentación era vegetariano).



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