Opinión

39 años de democracia, ¿existe todavía?

10 de octubre de 2021, 5:00 AM
10 de octubre de 2021, 5:00 AM

Era el 10 de octubre del año 1982, estaba exiliado en el Paraguay; junto con mis compañeros, escuchábamos muy atentos en radio Panamericana todos los actos de posesión del flamante gobierno, la reposición del Congreso de 1980, el nuevo gabinete. No teníamos imágenes, pero los locutores transmitían la algarabía y esperanza con la que el pueblo boliviano, recibía y respiraba nuevos aires de libertad. Llegar a este punto no fue fácil, tuvieron que pasar muchos años de lucha, muchos muertos, muchos exiliados, muchos presos políticos, y la conquista fue un logro de todos, de la lucha que hicimos los miristas en la clandestinidad, la conspiración con militares patriotas que querían limpiar las FFAA de los malos militares que mancharon su honra, del Comité pro Santa Cruz, que le dio un ultimátum a García Meza para que renuncie, de la heroica huelga de hambre de las mujeres mineras, que pedían democracia y amnistía general e irrestricta para que vuelvan todos los exiliados y sean liberados los presos políticos de las cárceles.

Era una lucha dura y de todos, compartí el exilio un tiempo con Juan Lechín Oquendo, líder de la COB; Carlos Valverde Barbery, líder de la Falange Socialista Boliviana; el General Olvis Arias, militar patriota que se rebeló contra la dictadura; e ingresé clandestino con el Gral. Fernando Sattori, porque todos a pesar de las diferencias ideológicas queríamos vivir en libertad y en democracia, y lo logramos.

Según la Carta Democrática Interamericana, de la cual Bolivia es signataria, lo que la convierte en ley, son elementos esenciales de la democracia entendiendo lo esencial como indispensable, que no puede faltar, que se refiere a la esencia y naturaleza de las cosas:

Artículo tres. Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos.

Desafío a los lectores a hacer un ejercicio mental para convencerse cuál de estos elementos cumple el gobierno de Evo-Arce, y así tendremos la respuesta de que ya no vivimos en democracia, que en Bolivia solo existen elecciones, muchas veces fraudulentas y nada más.

Las dictaduras electorales del siglo 21 se caracterizan por tomar el poder electoralmente, cambiar las reglas de juego empezando por la Constitución, las leyes, cooptar los poderes del Estado, utilizar el Ministerio Público y el Poder Judicial para perseguir a sus opositores, cambiar las reglas de juego electorales, desconocer los resultados que les son adversos, destituir a través de sus jueces a las autoridades intermedias que les molestan y fabricar una oposición que le sea funcional, que proteste y declare a gritos, pero que no le dispute el poder en serio, porque ahí viene o la cárcel o el exilio.

¿Acaso en Bolivia se respetan los DDHH, el debido proceso y la independencia del Poder Judicial?

¿Acaso podemos vivir en libertad y ejercer libremente nuestros derechos políticos, sin tener que vivir acosados por los jueces del gobierno?

¿Acaso existen elecciones libres, en igualdad de condiciones, con libertad absoluta de los candidatos y que se cumpla el principio universal de un ciudadano un voto? No se olviden que existen circunscripciones especiales que violan el principio del voto universal.

¿Acaso existe un régimen plural de partidos y organizaciones políticas? Estamos camino a la construcción del partido único (MAS) y una oposición que se conforma con ganar algunas regiones como una especie de premio consuelo, pero que no tiene condiciones de pelear en igualdad de condiciones la Presidencia del Estado.

¿Acaso existe la separación de poderes? El Poder Ejecutivo se maneja desde el Chapare y desde la Plaza Murillo, de ahí se ordena al Poder Legislativo que dicte leyes represivas contra la sociedad en su conjunto, anticonstitucionales, invasivas a la privacidad, extorsionadoras al sector empresarial y productivo, y se le instruye al ministerio público, a los jueces y al Tribunal Constitucional ejercer de amedrentadores y extorsionadores a quien ose contradecir la voluntad del tirano.

Por eso, este 10 de octubre lo celebro, nuevamente desde el exilio por segunda vez, pero sabiendo que ya en mi país no existe un régimen de libertades, de justicia, de democracia plena, que la patria que soñaron nuestros mártires de la calle Harrington y tantos otros compañeros que ofrendaron sus vidas, no es la que estamos viviendo ahora ni la que quiero para que mis hijos vivan en el suelo que los vio nacer. Es nuestra obligación recuperarla entre todos, la lucha no es derecha contra izquierda, cambas contra collas, campesinos contra citadinos, la lucha es ciudadanía democrática contra la dictadura que quiere apresuradamente cerrar la tranquera y perpetuarse en el poder.

Guido Áñez Moscoso / ExMinistro de Estado

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