7 de octubre de 2022, 4:00 AM
7 de octubre de 2022, 4:00 AM


Este 10 de octubre se cumplirán cuatro décadas del juramento de Hernán Siles Zuazo y Jaime Paz Zamora como primeros mandatarios de Bolivia. El binomio asumió simbólicamente el poder después de 18 años de regímenes militares y después de dos años de su victoria electoral.

La inauguración de la etapa democrática fue “a la boliviana”, tras sucesivas elecciones anuladas por fraudulentas, dos golpes militares, otra elección empantanada, otro golpe militar y nuevas elecciones con diferentes incidentes violentos y terrorismo internacional.

La resistencia a la dictadura narcomilitar del 17 de julio de 1980 había obligado a la renuncia de Luis García Meza, posteriormente a la salida de Celso Torrelio y, finalmente, doblegó a Guido Vildoso, que debió entregar el mando a un gobierno civil.

La última asamblea obrera en la clandestinidad pidió nuevas elecciones. Sin embargo, los partidos aceptaron un trueque: los militares aceptaban salir con la condición de mantener a los parlamentarios elegidos en 1980, una mayoría derechista. Así, la Unidad Democrática y Popular alcanzó el Palacio de Gobierno sin conseguir el poder real.

A los tres años, Siles acortó su mandato y otra salida “a la boliviana” mantuvo la legalidad con la convocatoria a nuevas elecciones. Desde 1985 hasta 2002 los gobiernos elegidos en las urnas se sucedieron sin graves incidentes y con avances normativos que profundizaron el alcance territorial y generacional de la democracia.

Una revuelta popular provocó la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada en 2003. Su sucesor constitucional Carlos Mesa también renunció dos años más tarde. Asumió el presidente de la Corte Nacional de Justicia Eduardo Rodríguez.

Las nuevas elecciones en diciembre de 2005 dieron una mayoría absoluta -como no sucedía desde 1969- a uno de los pocos partidos no fundados después de la Guerra del Chaco, el Movimiento al Socialismo (MAS). Evo Morales en el balcón del legendario Palacio Quemado parecía el retrato de la consolidación de una democracia más participativa y equitativa.

Poco duró la ilusión. Morales se encargó de desmantelar el sistema democrático que lo había ayudado a salir de un humilde origen hasta alcanzar el más alto puesto nacional.

Los cambios en la Ley Electoral y la captura sin tregua de la Corte (Tribunal) Electoral fueron el paso más audaz y seguro para tener un árbitro temeroso, sumiso y leal al MAS, sobre todo desde 2010. Hasta ahora ninguno de los tribunos relacionados con irregularidades electorales ha sido sentenciado, ni siquiera juzgado.

El sometimiento del Poder Judicial al partido fue otro escenario clave para desportillar la gobernanza. Notarios, fiscales, abogados, procuradores, bufetes, jueces, magistrados se convirtieron en peones al servicio del MAS. Esta falta de independencia judicial es la que coloca al Estado Plurinacional en los últimos puestos continentales de respeto a la institucionalidad.

En el Gobierno del MAS, como no sucedía desde las dictaduras militares, se hostigó, persiguió, encarceló, exilio y asesinó a personas acusadas de ser opositores, “sirvientes del imperialismo”, “neoliberales”, “separatistas”, “terroristas”.

La libertad de prensa fue cercada de diferentes maneras para silenciar uno de los pocos espacios de control social a los excesos del Gobierno.

De todos los males que fueron debilitando la democracia conquistada en 1982, el peor es el sometimiento del Estado Plurinacional a intereses extranjeros. Un canal de televisión fue financiado por Irán. El primer mandatario confiaba su seguridad a cubanos y venezolanos. Extranjeros organizaron operativos contra bolivianos.

El Estado Plurinacional apoya la invasión rusa a Ucrania, con el maquillaje de abstención, negando la propia tradición de las relaciones exteriores bolivianas y contradiciendo la tesis para la demanda marítima. No se conoce cuál es la deuda del MAS con Putin y si acá actúa el Comando Wagner como en otros países latinoamericanos.

El extremo es la presencia china que desmantela la riqueza nacional, desde la fauna cazando pumas para satisfacer sus mitos sexuales, o la flora de los parques nacionales. Ensucia ríos, quema la floresta, riega mercurio. Los chinos se atrevieron incluso a violentar el microclima en el Illimani. Se dan el lujo de engañar permanentemente al Estado Plurinacional a través de sus empresas chimbas.

Como relata en su libro un exministro, la cortesana lujosa Gabriela Zapata, fue amante de un alto gerente chino después de ser pareja del propio Evo Morales. Ni las películas más atrevidas sobre espías imaginarían semejante triángulo. El pueblo boliviano ha soportado esas humillaciones.

En estos últimos 15 años, el ejercicio de la democracia se ha limitado al voto disciplinado de los ciudadanos. La falta de respeto a la Constitución, a las libertades democráticas y a las reglas del juego ha erosionado lo conquistado el 10 de octubre de 1982.

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