Opinión

A cuatro semanas del voto, ¿ha cambiado el escenario?

22 de septiembre de 2020, 5:00 AM
22 de septiembre de 2020, 5:00 AM

A cuatro semanas del acto electoral, la encuesta de Jubileo y la renuncia de la presidenta a su candidatura han conmovido el escenario electoral, pero no lo han cambiado.

Muchos se han sorprendido del 29% duro del masismo, lo que da cuenta que no comprendieron nunca el calado estructural del proyecto estatal del MAS, vaciado y agotado en 14 años, pero expresivo en su momento del impulso frente a la falla geológica centenaria del racismo que nuestro país no ha superado en 195 años, y cuyas grietas reabiertas en la confrontación última hay que cerrarlas con una propuesta estatal y una decidida acción gubernamental, respetuosa de la diversidad étnica y cultural, que nos incluya a todos como iguales.

Pero ese 29% del MAS, apenas es una sombra de su proyecto original.

Arce es la reiteración estéril del evismo, es la personificación del agotamiento que provocó el autoritarismo, la corrupción y el fraude. Es la voz de los que se niegan a la autocrítica y la renovación; Arce es el cajero que aparentó eficiencia porque todo lo que tenía era muchísimo dinero para el despilfarro y los “negocios”, es nomás el mensajero de la implosión y de la inviabilidad futuras.

Los otros datos de la encuesta son que se habría ampliado el rezago de Mesa respecto al MAS; la caída libre de Jeanine Áñez y la fortaleza cruceña encuevada de Camacho. Veamos:

No tiene sentido poner en duda las cualidades intelectuales y personales de Mesa y menos aún recordarle, fuera de contexto, su pasado de “renuncias” o de vocerías gobiernistas, que no son la explicación de su inmovilismo en los sondeos. Hay que más bien sugerirle que rompa su burbuja, que le hable al mundo popular de los barrios, de las minas; al mundo aimara y quechua, buscando allí los votos y la adhesión que requiere, antes que solo escarbar en los restos de Tuto o de Jeanine.

Varios amigos de Comunidad Ciudadana, con motivo de mis opiniones, se han apresurado en mandarme las 40 páginas de su programa de gobierno para mostrarme que Mesa sí tiene propuesta. Claro que la tiene, pero eso no lo sabe la gran mayoría, porque hasta ahora Mesa es incapaz de empaquetar esas 40 páginas en cuatro ideas medulares que resuman su visión gubernamental y ligarse, con esas ideas, a la gente que todavía lo ve con poca talla, que no convoca al entusiasmo, que no sale de su pequeño grupo y que viene “desplegando” una campaña triste buscando el voto útil de los temerosos, sin reactivar la energía de los jóvenes sublevados en noviembre y sin provocar la adhesión de los más pobres que embaucó el masismo y que podrían escuchar mensajes de verdadera valoración de lo indígena, de la lucha obrera y del largo camino popular que conquistó los momentos principales de justicia e igualdad en la historia del país.

La candidatura de Jeanine dependía exclusivamente de su gestión gubernamental y la misma, pese a las buenas y valientes intenciones iniciales, fue un fracaso, no solo por la improvisación, la pandemia y la herencia sanitaria, sino por la ineficiencia, el cuoteo de los cargos, el alineamiento conservador de las políticas y, lamentablemente, por el raterío apresurado de los pillos.

Después de la pacificación, su liderazgo no alcanzó para hacer un verdadero gobierno transitorio. Se aisló no solo por su candidatura, sino porque no quiso compartir los primeros éxitos y luego tuvo que soportar sola todas las facturas. El desplome de “Juntos” solo ha sido amortiguado con la renuncia tardía, pero finalmente positiva.

Camacho en las cuatro cortas semanas próximas, impulsado por un inicial repunte, tiene el desafío, hasta ahora demasiado grande, de mostrar o al menos perfilar un proyecto de país desde el oriente; una vocación nacional desde la región más pujante de la economía, desde el lugar de la mayor integración nacional, pero al mismo tiempo desde un reducto políticamente copado por una oligarquía millonaria que se ha estancado en la hegemonía pobre del agronegocio. Todavía los vientos orientales del progreso llegan al occidente y al resto del país con el tufillo del conservadurismo y con el agrio sabor del racismo reaccionario.

Esperemos, quedan todavía 4 semanas decisivas para todos.



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