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25 de septiembre de 2022, 6:00 AM
25 de septiembre de 2022, 6:00 AM

El Departamento de Santa Cruz, históricamente postergado y prácticamente ignorado, se ha convertido en los últimos setenta años en una verdadera tierra de oportunidades, llegando a ser la región más poblada y el motor económico del país. Desde 1951 su población subió del 9% al 29% del total nacional gracias a la migración interna que continúa, acogiendo hoy las segundas mayores poblaciones de bolivianos que dejaron su terruño por factores de expulsión, como la pobreza. Su aporte al PIB nacional subió del 10% al 30% en dicho lapso, gracias a su mercado de 3,5 millones de consumidores que, junto a la demanda externa, configuró un nuevo récord de su PIB al llegar a 12.355 millones de dólares, de ahí lo de “bastión de la economía nacional”.

Bien se dice que Santa Cruz es la locomotora económica del país, porque desde el 2011 empuja el crecimiento del país hacia arriba al crecer por encima del promedio nacional. En 2020, el PIB de Bolivia decayó 8,7% por cusa de la pandemia, mientras que la región bajó 4,1% y el resto del país un 11%. Y si bien en 2021 el país creció 6,1% y Santa Cruz 5,7%, el PIB nacional no ha recuperado aún su tamaño del 2019, a diferencia de la región que sí lo hizo, gracias a su economía resiliente, siendo que la agropecuaria aporta con el 19%, la industria manufacturera 16% en tanto que el sector terciario un 50%.

Su contribución al PIB agropecuario nacional bordea el 45%, siendo un actor vital para la soberanía alimentaria del país. En 2021, con 2,9 millones de hectáreas cultivadas, Santa Cruz produjo 16,4 millones de toneladas de alimentos, un 76% del total nacional: 100% del sorgo y girasol; 99% de la soya; 92% de la caña de azúcar; 75% del trigo; 72% del arroz; 66% del maíz y 31% de hortalizas; cuenta con 4,6 millones de cabezas de bovinos; la exportación de carne y derivados ha superado los 100 millones de dólares desde el 2021. Santa Cruz genera, además, el 60% de la producción maderera y el 66% de las exportaciones del sector, con valor agregado.

Las exportaciones cruceñas que en 2021 llegaron a 2.962 millones de dólares, a julio del 2022 suman 2.706 millones: un 33% del valor total, 76% de las Exportaciones No Tradicionales y 87% de las agroexportaciones (más de 3 millones de toneladas). La exportación acumulada de soya y derivados a lo largo de los años suman 17.500 millones de dólares, con 58 millones de toneladas producidas desde los años ´80.

La región sobresale también por: el menor nivel de pobreza relativa con 25% (Bolivia, 36%); pobreza extrema de 3,3% (Bolivia, 11%); mejor distribución del ingreso con 0,39 (en Bolivia 0,42) y menor desocupación urbana con 4,16% (Bolivia 4,5%).

Estos logros son fruto de su modelo de desarrollo basado en 5 factores -recursos naturales, humanos, financieros, tecnológicos e institucionales- y en 5 valores: libertad (libre iniciativa), individualidad (realización personal), competitividad (libre mercado), cooperativismo (asociatividad) e integración (mercado mundial), haciendo que al menos 85% de la producción, comercio y servicios, se den partir del esfuerzo privado.

Ubicada en el centro de Sudamérica, el futuro de la región tendrá que ver con el paso obligado de los corredores interoceánicos por su territorio; el hacer de la Hidrovía Paraguay-Paraná, un verdadero corredor de integración; concretar un hub continental en el Aeropuerto Viru Viru como eje distribuidor de carga y pasajeros; profundizar su vocación natural productora de alimentos con biotecnología acorde al PLUS; activar el megaproyecto hidroeléctrico Rositas; sin olvidar la alta gravitación que tendrá la primera ciudad ecológica e inteligente del Continente -la Nueva Santa Cruz en construcción- con miles de millones de dólares de inversión para hacer de la región un centro financiero, comercial, logístico, turístico y de negocios, en un área de 6.000 hectáreas, con 1 millón de palmeras, 2 millones de árboles y 1.000 hectáreas de pasto natural.

El reto hacia adelante tendrá que ver, también, con la Cuarta Revolución Industrial; la economía del conocimiento, de los datos y servicios; la economía naranja y circular; para que todo lo que se haga sea económicamente viable, ambientalmente sostenible y socialmente responsable.

Conversando sobre el tema con entrañables amigos, recordando las vicisitudes por las que tuvo que pasar esta región largamente postergada y frenada en su desarrollo, más de uno de ellos -sorprendido por los datos- suspiró y dijo con satisfacción que esto se logró… ¡a pesar de todo!

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