En varios países de ambos continentes el tráfico de droga está penado con la muerte. En Asia, durante los últimos años, al menos dos bolivianos se salvaron de morir por “milagro” o gestiones del gobierno. Hay un nuevo caso en Sri Lanka

20 de marzo de 2023, 7:28 AM
20 de marzo de 2023, 7:28 AM


El informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que se conoció esta semana revela que Asia y África se han convertido en el mercado emergente de cocaína boliviana. Prueba de ello es que las grandes organizaciones de narcos que operan en el país, en su afán de enviar droga a ambos continentes, han implicado a bolivianos que llevan la mercadería y han enfrentado, como consecuencia, no solamente la cárcel, sino la posibilidad de ser ejecutados porque en ambos continentes el tráfico de estupefacientes tiene pena de muerte.

El reporte que se conoció el jueves resalta que el fuerte crecimiento de la oferta de droga ha ido acompañado de un aumento similar de la demanda, y muchas regiones han registrado un incremento constante de los consumidores de cocaína en la última década. Aunque el mercado de la cocaína sigue bastante concentrado en América y partes de Europa, el informe advierte de que existe un gran potencial de expansión en África y Asia.

No obstante, las interceptaciones de cargamentos de cocaína por parte de las fuerzas del orden de todo el mundo también han aumentado considerablemente, y las incautaciones de droga procedente de Bolivia, Perú y Colombia alcanzaron la cifra récord de casi 2.000 toneladas en 2021. 

El experto en temas de coca y narcotráfico, Franklin Alcaraz, opinó que “esto tiene una evolución desde 1980. Hay cárteles brasileños, como el Comando Vermelho y Primer Comando de la Capital (PCC), que ya en esa época enviaban emisarios a Bolivia porque empezaba a crecer el narcotráfico. Ellos hicieron contactos con mafias de nuestro país para iniciar un negocio y una realidad que hoy es imparable”.

Aseguró que en el país aparecen cárteles colombianos, peruanos, mexicanos y especialmente brasileños. “Ellos son los que abren las rutas del narcotráfico, no solamente a países vecinos, sino a otros, como Europa, Asia y África”.

Bolivia fue primero un país productor y luego, ante la demanda creciente, dijo el experto, se complementó como país tránsito de cocaína.

Apeló a un informe de la Policía peruana y de la DEA estadounidense para afirmar que en Bolivia hay de 10 a 12 grupos internacionales, cárteles que operan. Entre ellos enumeró a los mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación; de Colombia, el de Medellín y el del Norte del Valle, que tenía una relación cercana con las FARC; además de los brasileños PCC, que pelea constantemente por mercado con el Comando Vermelho. Se suma la Ndrangheta Calabresa, “que es una organización tenebrosa sumamente peligrosa que nació en Europa, en la región Balcánica. Tiene un grupo denominado América, que trabaja en Bolivia en el tráfico, aunque nació con el negocio de las armas”. 

Bolivia es clave, y es según un estudio del Instituto Elcano, “cada vez es más notorio que la importancia de Bolivia dentro de los esquemas contemporáneos del tráfico de drogas ilegales radica en su papel de distribuidor que en el de productor. Más allá de constituir actualmente el tercer productor de cocaína a escala mundial, a partir de la coca de procedencia local y de la pasta base del VRAEM peruano, Bolivia capitaliza su posición geográfica y la permeabilidad de sus fronteras, que no ha sido subsanada, a pesar del empleo del instrumento militar en esa tarea. 

Así, el país se consolida como un nodo clave desde donde fluyen grandes cantidades de ese estupefaciente hacia Argentina, Brasil, Paraguay y Chile.

 Aunque estas cuatro naciones constituyen importantes eslabones en las cadenas de tráfico a destinos de ultramar, las dos primeras –y en especial Brasil– cuentan además con vastos y lucrativos mercados de consumo domésticos.
La droga boliviana iba a Brasil, y de ahí a Europa. Ahora África es hace algún tiempo el nuevo mercado de la cocaína sudamericana.

Naciones Unidas reportó que África Occidental se ha convertido en los últimos años “en una de las rutas de los narcotraficantes que exportan la cocaína desde Colombia, Perú y Bolivia hacia Europa”. El 99% de la cocaína producida en el mundo proviene, según la ONUDC, de Perú, Bolivia y Colombia. Estos tres países alimentan el mercado de Estados Unidos y Canadá, y el mercado europeo que son los principales destinos de la droga”.

Tradicionalmente, la cocaína procedente de Latinoamérica llegaba a los países africanos por avión, aunque hoy día se ha incrementado el transporte por barco, relata Lapaque, quien subraya la complicidad con el narcotráfico de pesqueros que faenan en la zona.
La Policía de Colombia, empero, hizo un informe en el que señala que las cantidades de drogas incautadas en África sugieren que el continente no es un principal destino del mercado de cocaína, a pesar del aumento de las incautaciones en los últimos años.

Guinea-Bissau es considerado un “narcoestado” africano debido a la presencia de carteles de drogas y la corrupción generalizada en el gobierno y las fuerzas de seguridad. El país ha sido utilizado como punto de tránsito para la cocaína que se dirige a Europa desde América del Sur, y los carteles de drogas han establecido una presencia significativa en el país.

La corrupción es un problema grave en Guinea-Bissau, y los carteles de drogas han aprovechado la debilidad del gobierno y las fuerzas de seguridad para establecer una presencia significativa en el país. Los carteles han sobornado a funcionarios gubernamentales y militares para que les permitan operar en el país, y han utilizado la violencia y la intimidación para mantener el control sobre las rutas de tráfico de drogas.

Hay informes que señalan que “toda la droga que llega a África pasa por ahí”.

En abril de 2022, el viceministro de Defensa Social, Jaime Mamani, informó sobre la captura de Andrés Rioja Solis, un narcotraficante buscado en Brasil con antecedentes en 1995 y 2007, que lideraba un clan familiar que enviaba droga desde Bolivia hacia Europa y África.

En Asia se han registrado las mayores cifras de incautaciones de clorhidrato de cocaína en los últimos años. Esto puede indicar un aumento en la actividad de tráfico que potencialmente se expande por rutas invisibles del polvo blanco de máxima pureza con destinos establecidos. Brasil se menciona con frecuencia en el Informe Mundial sobre Drogas como punto de partida clave para el tráfico del alcaloide hacia ese continente. La droga boliviana y peruana es el principal proveedor.

El tráfico parece tener lugar principalmente por aire, en el 2018 las autoridades australianas reportaron que el 58,4% fue por modalidad de correo, seguido del 40,2% ruta marítima y por último 1,4% por transporte aéreo, con excepción de China que es un país que su mayor parte es traficada por vía marítima.

Bolivianos detenidos
En algunos países de Asia y África el narcotráfico se castiga con la pena de muerte. En Asia, ocurre en China, Indonesia, Malasia, Singapur, Tailandia, Vietnam, Sri Lanka, Filipinas, Irán, Arabia Saudita. En África se destacan Egipto, Sudán y Somalia, entre otros.

Hay varios casos en los que bolivianos han caído presos en países de Asia, y han estado cerca de ser sometidos a esa máxima pena. Eso respalda la tesis de que las mafias internacionales utilizan todos los medios, como mulas, para meter droga a Asia.

Ana Carola Cusi, de 26 años, fue detenida a finales de febrero de este año por supuesto tráfico de sustancias controladas en la República Democrática Socialista de Sri Lanka. Según su familia, fue condenada a 25 años de prisión y pena de muerte.

La viceministra de Comunicación, Gabriela Alcón, informó este viernes, desde Santa Cruz, que aún no existe una sentencia contra la mujer boliviana y afirmó que el Gobierno está trabajando para ponerse en contacto con la joven y asistirla.

En octubre de 2013 Víctor Parada, un boliviano que hoy tiene 32 años, fue capturado en Malasia por llevar cocaína en su estómago. Parada fue llevado preso y en enero de 2018 fue condenado a la horca por un tribunal de ese país.
Malasia tiene severas leyes antidrogas que incluyen la pena capital para delitos de narcotráfico. Aunque en 2018 el gobierno había anunciado que eliminaría la pena de muerte, en marzo de este año suspendió esa iniciativa y la pena capital sigue vigente.

Aún así, el 24 de julio de 2019, por lo que él consideró “un milagro”, Parada quedó libre y regresó a Bolivia.

Luego de un proceso de casi tres años, la boliviana Magalí logró el 22 de agosto de 2022 evitar la pena de muerte en Malasia, pero recibió una sentencia de nueve años de cárcel, tras declararse culpable por el delito de portación de drogas, informó este martes el ministro de Relaciones Exteriores, Rogelio Mayta. Tenía 23 años cuando fue detenida en el aeropuerto de Kuala Lumpur, cuando llevaba más de dos kilos de cocaína ocultos en su maleta. La boliviana fue acusada de tráfico de drogas, cuya pena puede ser de muerte en Malasia; sin embargo, el Estado boliviano hizo gestiones y pudo sostener que la joven era víctima de una red de trata y que fue engañada.