El cambio de la estructura exportadora en Bolivia, el crecimiento de la demanda global y la reducción de la producción alimentaria ofrecen oportunidades para las exportaciones agropecuarias del país

22 de enero de 2023, 4:00 AM
22 de enero de 2023, 4:00 AM

Con la producción de hidrocarburos en declinación y la demanda mundial de alimentos al alza, el sector agropecuario se ha convertido en la mayor fuente de ingresos externos para Bolivia, aunque la oferta local se mantiene estancada por la falta de tecnología e incentivos. Con este apoyo y con solo 10 productos, Santa Cruz puede exportar $us 8.500 millones en 2030.

En un escenario en el que las estructurar de las ventas externas bolivianas ha cambiado, pasando la participación de los hidrocarburos de 54 a 22% en el periodo 2013-2022 y la contribución de la industria manufacturera de 24 a 51% en el mismo periodo, la presencia agropecuaria es la mejor posicionada para generar recursos, según los reportes del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

Pero el potencial de producción de alimentos del país y la reducción constante de la producción de gas no es lo único que perfilan las buenas perspectivas del sector; también hay factores externos.

Este 2023 continuará la expansión de la población global, así como su demanda de alimentos, mientras que los principales productores del sector en el mundo, como Estados Unidos, Brasil y Paraguay, verán disminuida su oferta por factores climatológicos, lo que hará que los precios se mantengan tan elevados como en 2022, de acuerdo con los expertos que participaron del Foro de la Cadex “Exportaciones Logística e Inversiones. Apuesta por la competitividad y el desarrollo”.

“No debemos dejar de producir y exportar alimentos, porque la población mundial crece a un ritmo mucho mayor al de la producción agroalimentaria. Así que lo que tenemos que hacer es implementar tecnología en la producción agroalimentaria, eso implica biotecnología, manejo de recursos y nuevas prácticas para producir más en un espacio menor”, resumió el presidente de la Cámara de Exportadores, Logística y Promoción de Inversiones (Cadex), Oswaldo Barriga.

“La exportación es la ruta del progreso (...). Nuestra capacidad de crecimiento está en función de nuestra capacidad exportadora”, sostuvo Antonio Rocha, presidente de la Cámara Nacional de Despachantes de Aduana (CNDA) y titular del Instituto Latinoamericano de Comercio Exterior.

“En la medida en que generemos mayor producción, generamos excedentes de exportación; y en la medida en que generamos excedentes de exportación generamos nuevas divisas que permiten sostener el tipo de cambio y la estabilidad macroeconómica, y que también permiten adquirir tecnología e importar en muchos sectores donde no tenemos una capacidad productiva todavía competitiva, como maquinaria y sistemas de producción”, apuntó.

En Santa Cruz,  “hemos tenido en los últimos tres años un incremento significativo del valor y volumen de las exportaciones, pero los 10 principales productos exportables que se producen para el mercado interno están en un comportamiento estacionario”, reconoció Edilberto Osinaga, gerente general de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO).

Solo con la introducción de semilla genéticamente mejorada, la producción de maíz -por ejemplo- se puede incrementar hasta en 80%, lo que bajaría los precios de ese insumo para los pecuarios y le da a ese sector la oportunidad de llegar otros países, sostuvo.

Datos del INE procesados por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) dan cuenta que a noviembre las exportaciones no tradicionales acumularon históricos $us 3.628 millones (+46%) y 4,8 millones de toneladas (+35%).

Soya y derivados marcó un récord de $us 2.094 millones y casi 3,4 millones de toneladas; seguida de castaña, con $us 189 millones, y carne bovina y derivados, con otro hito de $us 169 millones. Esto se debe al “enorme esfuerzo de inversión, producción e industrialización, casi todo por la iniciativa privada”, destacó Gary Rodríguez, gerente general del IBCE.

Pero este aporte puede ser mayor.  Incorporando la tecnología a toda la cadena agropecuaria (insumos, maquinaria, equipos y conocimiento para los productores) se podría hasta “triplicar” la producción alimentaria boliviana hasta en cinco años, “sin desmontar una sola hectárea”, remarcó el ejecutivo de la CAO.

Para ello, además de los incentivos vigentes, como el arancel 0 para la importación de maquinaria y equipos, son necesarias políticas similares para la internación de  insumos y para toda la cadena productiva agropecuaria.

La institución detalló que en Bolivia el consumo promedio de alimentos es de 17 millones de toneladas por año, mientras la producción agropecuaria nacional es de 24 millones de toneladas.

En 2022, la producción de soya, maíz, sorgo, trigo girasol, chía, arroz, sésamo, algodón y caña (los 10 principales cultivos de Santa Cruz) sumó 12,35 millones de toneladas, volumen que podría pasar en 2030 a 23,75 millones de toneladas, solo con la aplicación de tecnología, según la CAO.

Con ese volumen, proyectó, habrá un excedente de unos 12 millones de toneladas para la exportación que podrían generar unos $us 8.500 millones en divisas.

Y el volumen excedentario podría elevarse hasta 18 millones de toneladas si se consideran otros productos ya exportables o que se desarrollan con ese objetivo, como el sésamo y el maní.

“La reacción es rápida. Si tenemos la semilla y las condiciones, en uno o dos años podemos transformarlo a otro nivel de producción”, remarcó Osinaga. “El mercado boliviano es pequeño y no puede cubrir la potencialidad del agro”, apuntó.

Tendencias

Rocha consideró que también se requiere un trabajo en cuatro ejes esenciales para que las exportaciones sean la ruta del progreso.

Primero, una logística competitiva, con infraestructura vial y aeroportuaria, portuaria y caminera que permita a los exportadores salir a mercados de ultramar de forma competitiva y con mayor valor agregado. Esto es “esencial para llegar a tiempo a los mercados a tiempo y posicionarse con productos de alta calidad”.

Segundo, una adecuada promoción de las exportaciones e integración de la economía en el contexto internacional, para traer inversiones para producir y exportar más, y fomentar el desarrollo de negocios con terceros países. Estas relaciones permitirán acuerdos para acceso preferente a los mercados, convenios de cooperación y desarrollo de cadenas productivas internacionales.

Promover las exportaciones del país es promover el país en su conjunto”, remarcó Rocha,

Tercero, asegurar la neutralidad impositiva. “No es posible desarrollar competitividad con una carga tributaria y laboral excesiva en el sector formal. Si la carga tributaria se acrecienta, estamos encareciendo los productos de exportación; y si crece la carga laboral, estamos desfavoreciendo al trabajador y encareciendo la producción boliviana, que no solo puede competir en el mercado externo sino en el mercado local con el contrabando y el comercio informal”, explicó Rocha.

Cuarto. “En un país convulsionado como el nuestro, necesitamos estabilidad política, social, económica, fundamentalmente las dos primeras”. No tener esta estabilidad “afecta a la confianza del empresario y puede hacer que las inversiones se reduzcan en el tiempo”, dijo el titular de la CNDA.

“Las capacidades de inversión se limitan ante esta inseguridad y la inestabilidad social nos lleva a conflictos que nos generan pérdidas cuantiosas e imposibilidad de cumplir con los compromisos que tenemos con el exterior”, agregó.

“La sinergia entre el sector público y privado son claves para que esto funcione, para que se generen condiciones, normativa y seguridad jurídica suficiente para que desde el agro y desde los sectores industriales que agregan valor, podamos ir creando las capacidades para alcanzar mayores volúmenes y generar más valor y más empleo”, apuntó Barriga.