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2 de julio de 2024, 4:00 AM
2 de julio de 2024, 4:00 AM

El último informe mundial sobre el consumo de drogas, presentado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc, por sus siglas en inglés), presentado en Viena la semana pasada, reporta un incremento en el consumo de estupefacientes a escala global. Nada hace pensar que Bolivia está al margen de esta realidad, pero queda una gran interrogante acerca de qué se hace en nuestro país en materia de prevención y rehabilitación de los ciudadanos sumidos en esta adicción.

De acuerdo con el informe, el número de personas que usan drogas se elevó a 292 millones en 2022, lo que representa un aumento del 20% en 10 años. El cannabis sigue siendo la droga más ampliamente consumida en todo el mundo (228 millones de consumidores), seguido por los opioides (60 millones de consumidores), las anfetaminas (30 millones de consumidores), la cocaína (23 millones de consumidores) y el éxtasis (20 millones de consumidores).

El documento expresa preocupación por el surgimiento de drogas sintéticas que son consumidas en Europa y el occidente del mundo. Hay alerta sobre el fentanilo, también llamada la droga zombie, cuya fórmula está matando a cientos de jóvenes en el planeta.

En Bolivia los esfuerzos están dirigidos a combatir el tráfico de droga, asumiendo que en el país se produce cocaína, pero también es país de tránsito para el producto ilegal que llega de Perú. Los narcotraficantes están asociados a otros delitos como el tráfico de personas e incluso con el contrabando y la venta de vehículos robados en el mercado negro. Sin duda el problema es muy grave. 

Sin embargo, al destinar los escasos recursos económicos prioritariamente al combate al narcotráfico, se puede estar descuidando la misión de cuidar a los jóvenes y a los niños para que no sean objetivo de las mafias que los utilizan para el microtráfico y para el consumo de estas sustancias.
Diversos reportes de prensa en el país señalan que los narcotraficantes utilizan a jóvenes para la venta de drogas, entre estos se menciona a las pandillas, por ejemplo, así como a estudiantes de colegios que se convierten en ‘dealers’ de las sustancias.

Un informe de prevalencia del consumo de drogas en Bolivia, realizado por el Ministerio de Gobierno y presentado en esta última semana, revela que el consumo interno de cocaína ha caído de 3,20% en 2007; 0,83 % en 2014; 1,35% en 2018 hasta 0,99% % en 2023. Pero, al mismo tiempo, muestra también que se ha incrementado el consumo de sustancias sintéticas, tranquilizantes, estimulantes que son más baratas, y por lo tanto, son consumidas con mayor incidencia por los más jóvenes.

En 2023 ya se decomisó el primer lote de fentanilo en el país, pero no hay reportes objetivos y claros acerca de su consumo ni se informa con periodicidad acerca del decomiso de estas sustancias.
La situación es preocupante y debe merecer la máxima atención de las autoridades, porque se extraña una intensiva campaña de prevención y de rehabilitación. Para recuperar a las personas que caen en la adicción de cualquier estupefaciente son conocidos los esfuerzos de centros dirigidos por civiles y organizaciones religiosas. No obstante, es preciso destinar recursos económicos y diseñar estrategias sostenidas. Hay mucha oferta de drogas y la niñez y juventud deben tener herramientas fuertes para no caer en el ciclo del uso de estupefacientes. Que no quede desvalida la población frente al acecho de las mafias de narcotraficantes que no solo exportan la droga, también la distribuyen dentro del país.


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