La terapia asistida con animales es un recurso que ya se utiliza en Santa Cruz para trabajar con pequeños con autismo, síndrome de Down y otras afecciones

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17 de abril de 2022, 4:00 AM
17 de abril de 2022, 4:00 AM


La salud mental y física de los niños no solo se la puede cuidar a través de la medicina tradicional, en consultorios y con medicamentos, sino que también se puede complementar este tratamiento con otros métodos, como la terapia asistida con animales, que puede reducir el dolor y la ansiedad y ayudar en la rehabilitación a niños con parálisis cerebral, con síndrome de Down y con autismo. 

Los caballos y los perros han sido de gran ayuda en este campo, y pueden trabajar también con personas que reciben tratamiento contra el cáncer o que están en centros de atención a largo plazo, también a personas con enfermedades cardiovasculares o con demencia. 

EXTRA habló con algunos centros y personas que llevan adelante estos tratamientos, enfocándose principalmente en niños.

Los caballos como apoyo
El Centro de Equinoterapia Volare Bolivia comenzó a operar en 2015. Fue creado y dirigido desde entonces por la psicóloga María Belén Ibáñez. Primero se inició como un proyecto de responsabilidad social del Club Hípico Santa Cruz y desde 2018 se consolida como uno de los primeros centros de esta especialidad en el país, además que también se crea la Fundación Conectando Vidas.

 “Al comienzo costó bastante atraer gente, y sigue costando, porque todavía no se entiende aún el concepto de lo que implica el trabajo de la salud mediante el acompañamiento con animales”, señala Ibáñez. 

A la fecha Volare Bolivia cuenta con 40 familias las que actualmente reciben el tratamiento con los caballos del centro, entre las personas que pueden pagar el servicio y las que son becadas.

 “Somos un equipo de 11 profesionales, entre psicoterapeutas, psicólogos, psicopedagogos y personal ecuestre. Además, de manera semestral, tenemos un cuerpo de voluntarios de 15 personas”, informa la psicóloga.

Lo más dificultoso al momento de llevar adelante un proyecto de equinoterapia, dice Ibáñez, es el cuidado y el entrenamiento del animal. “Son caballos que provienen de una escuela de equitación, porque eso garantiza un movimiento fluido. 

Para la terapia tiene que ser un movimiento rítmico. Los caballos reciben un entrenamiento diario y permanente en cuestiones de equitación. También deben tener ciertas características a nivel de personalidad, de morfología, de biomecánica y de temperamento.

 Finalmente, también deben tener cierta edad, no deben ser muy jóvenes, sino maduros a nivel emocional”, señala Ibáñez.

Los procesos terapéuticos con caballos se pueden ver desde dos ángulos: el primero, el de la rehabilitación motora, cognitiva y emocional, que es donde se utiliza el movimiento del caballo.

 “Porque lo que se quiere es una rehabilitación principalmente física y/o cognitiva”, explica la terapeuta. “Cuando estás arriba del caballo te mueve la columna, la cadera, produce diferentes estímulos a nivel neurológico y es como si estuvieras caminando. Para un chico con parálisis cerebral, por ejemplo, es un tratamiento fabuloso”, dice la especialista.

El segundo ángulo de la terapia es más a nivel emocional, incluso a nivel espiritual, menciona Ibáñez, porque aquí se concibe como que el caballo te ayudará a sanar a nivel energético. 

"El caballo es una presencia que impacta, que responde a ciertos factores emocionales que se pueden ir dando en la interacción con él. Responde diferente si tenés miedo o si estás enojado. Aquí se responde desde el lado social y espiritual”, explica Ibáñez.

Lamentablemente, pese a los años que vienen trabajando, el Volare Bolivia está a punto de cerrar. Está estipulado el 30 de abril como su último día de trabajo.

 “Los dos últimos años el proyecto se hizo insostenible económicamente. Estamos cerrando porque es difícil sostener la estructura del personal y la de los caballos”, dice Ibáñez, quien explica que el costo de mantener el personal es alto, ya que para trabajar con un solo niño por una hora se necesitan tres profesionales. 

“Para cubrir esos costos comenzamos a dar clases de equitación a niños”, comenta Ibáñez, que espera que alguna autoridad pública o la empresa privada apoyen económicamente a Volare Bolivia para evitar su cierre.

Terapia integradora
La psicóloga Naira Portillo es especialista en niños con trastornos de neurodesarrollo, en especial los niños que padecen autismo. Desde hace dos años se enfocó en la equinoterapia trabajando en diferentes instituciones. 

El animal en sí, sea incluso un perro o un gato, lo que hace con el ser humano es generar un apego o un vínculo emocional. El animal reconoce al niño y el niño a él.

 Por ejemplo, en el caso con niños con autismo, que son los principales pacientes en la equinoterapia, no existe este vínculo a veces con el papá o con otros familiares, hay como que mucha desconexión con el ambiente. 

El contacto con el animal es más sutil que asistir a un gabinete médico y enfrentarse al doctor. Acá hay un reconocimiento previo y una aceptación de ambos, el animal y el paciente”, explica Portillo.

En el caso del caballo, uno de los factores que inciden para una buena relación es el calor corporal, que es dos grados mayor al del humano. “Es un calor similar a cuando el niño estaba en los brazos de la madre”, indica Portillo.

Otro factor, continúa Portillo, es que el estar en otro espacio y paseando en un caballo, reduce los niveles de cortisol, que es la hormona del estrés “El movimiento del caballo aumenta los niveles de dopamina, de oxitocina, otros neurotransmisores que le permiten al niño estar en un estado de calma, de más tranquilidad”, indica Portillo.

La yegua Romántica
Yusef Schugar tiene un club hípico, llamado Schugafaras, donde entrena caballos para saltos. Pero también tiene una yegua, de nombre Romántica, que la cede para terapia especial para niños con síndrome de Down. 

“Nosotros sabemos de las propiedades que tienen estos animales así que la prestamos con gusto a familias o instituciones que necesiten a nuestra yegua”, señala Schugar. 

Romántica tiene 14 años y fue traída desde Argentina. Le pertenece a la pequeña Jhanna, de 9 años. “Nosotros ofrecemos caballos desde hace tiempo. Antes teníamos otro, pero ahora solo damos esta yegua. Nos gusta ver cómo un animal ayuda en el cambio moral, anímico de los niños”, expresa Schugar.

La aplicación de la equinoterapia se formalizó después de la Segunda Guerra Mundial, pero tuvo varios antecedentes. Por un lado, en el siglo XIX, el fisiatra sueco Jonas Gustav Wilhelm Zander (1835-1920) fue el primero en afirmar que las vibraciones transmitidas al cerebro en el orden de las 180 oscilaciones por minuto estimulan el sistema nervioso simpático (el que nos “prepara para la acción” y media las conductas de “lucha o huida”).

El mejor amigo de los niños
Cynthia Helguero tiene el centro Asiste desde hace poco más de un año. En Asiste trabajan con dos perros para dar terapia a diferentes niños.

 “Trabajamos en tres áreas: una es en la del autismo, aquí establecemos un programa de acuerdo a la característica de cada niño; en el tema del síndrome de Down trabajamos con Fusindo haciendo una terapia más orientada a desarrollar las habilidades motoras, también hacemos actividades lúdicas; además ayuda a la formación del lenguaje, del espacio tiempo y de la gestión emocional, así como en el trabajo en equipo”, comenta Helguero.

También trabaja con gestión emocional de manera gratuita con hogares de niños, donde realizan actividades con los perros. “Los niños de estos hogares son personas que muchas veces no saben cómo dar cariño o cómo aceptar cariño; o no hay un buen manejo de los miedos, de la rabia. Los perros ayudan en eso”, señala Helguer, quien manifiesta que este año intentarán trabajar en colegios.


Asiste trabaja con Pepper, una perra labradora, de color negro, que tiene cinco años de edad, formada en gestión emocional, intervenciones asistidas y para trabajar con niños autistas. 

También tienen a Sandi, una labradora de color arena, de dos años. “Sandi ha terminado recientemente su formación y está siendo certificada actualmente. Trabaja con nosotros en los programas de síndrome de Down y terapia para niños con autismo”, explica Helguero.
Tienen un perro más en entrenamiento, quieren crecer más y poder ayudar a más niños.