El argentino llegó a Bolivia con su gira Cargar la suerte. Antes de su ‘extraña’ presentación en Cochabamba conversó con Brújula. Explica lo que significa tener más de 40 años de carrera. Reniega de cantar frente a una selva de teléfonos

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5 de octubre de 2019, 4:00 AM
5 de octubre de 2019, 4:00 AM

“Dicen que cuando hay amor, no hace falta pedir perdón. Pero yo perdí perdón tantas veces”. La asociación con el tercer track de Bohemio (2013) era inevitable. Andrés Calamaro volvía a pedir perdón, pero esta vez no en una canción. Era en su cuenta de Facebook, la misma que se ha convertido en una especie de confesionario y plataforma para incontables declaraciones de principios, amén del lugar ideal para conectarse con sus fanáticos, atender sus inquietudes y ponerle el ‘pechito’ a uno que otro ataque.

“Perdón Cochabamba, estuve horrible. No me encontré a gusto nunca, no podía ni respirar. Lo siento y soy sincero. Perdón a mis compañeros, público y empresa en Bolivia”, publicó en su cuenta, luego de su actuación de este jueves en el hotel Cochabamba.

Aunque para algunos la presentación no cumplió con sus expectativas, la mayoría de los comentarios fueron de apoyo. Varios señalaron que el ídolo exageró en su autocrítica, tomando en cuenta que interpretó 16 canciones y que la banda se escuchó sólida.

Al día siguiente, fue menos duro, pero no menos honesto. “No estoy protestando por el sonido, ni por la altura, sencillamente no me gusté”. Así es señores, honestidad brutal.

La próxima actuación de Calamaro está programada para esta noche, en Santa Cruz de la Sierra. El salón Guarayos, de Fexpocruz, es el escenario que marca el retorno del artista a la capital cruceña, luego de su anterior presentación de 2013. En aquella oportunidad, el desparecido Sonilum fue el sitio en el que se concretó la primera venida del Salmón al país.

Esta vez propone su última producción Cargar la suerte. Es el decimoquinto álbum de estudio en condición de solista. Son 12 canciones que marcan un nuevo punto alto en la carrera del músico, que nació hace 58 años en Buenos Aires, que es hincha de Independiente y fanático de las corridas de toros.

En esta gira homónima a su último disco Calamaro presenta sus nuevas producciones, pero también los clásicos de todas las épocas, incluyendo piezas de Los Rodríguez. Y lo hará acompañado de una joven y experimentada banda soporte, integrada por Germán Wiedemer (teclados), Mariano Domínguez (bajo), Julián Kanevsky (guitarras) y Martín Bruhn (batería).

Verdades afiladas

Antes de todo lo ocurrido en la capital del Valle, el Salmón conversó con Brújula. Luego de haber cebado los primeros mates de la mañana en su habitación de hotel (“Si no hay mate yo no arranco la jornada evolutiva”) y tras haber asistido a la conferencia de prensa en ‘Coche Bomba’, como bautizó a la ciudad, desde el momento de su llegada el martes, Calamaro contestó preguntas, con la honestidad, crudeza y anticipación que lo caracteriza.

Andrés comienza asegurando que lo trataron muy bien, con respeto y curiosidad. Recuerda que estuvo dos meses en Buenos Aires, en una especie de pausa del tour Cargar la suerte, tal como lo había mencionado en unos de sus post de Facebook, en el que manifestaba sus ansias por recuperar el modo gira lo más pronto posible.

“Estamos empezando de nuevo una gira que empezó en España con muy buenas sensaciones”, expresa; luego confiesa qué hace cuando no viaja en aviones o trabajando en un nuevo álbum: “Lejos de la gira me quedo en casa escuchando música y tocando la guitarra, una buena vida. Tomando mate y fumando. Uno se acostumbra a vivir sin responsabilidades”.

Inmediatamente expone su preocupación por lo que denomina el ‘modelo telefónico compulsivo en los recitales’. Se refiere a la gente que en los conciertos se preocupa más por filmar al artista y tomarse selfis, que disfrutar del espectáculo en sí. De hecho, fue una de las situaciones que generaron su incomodidad en el recital del jueves, según lo que publicó.

Cargar la suerte ha sido muy bien recibido por la crítica y el público. El sonido general del álbum es de rock, con guitarras trepidantes y baterías precisas, además de esos matices infaltables en el trabajo de Calamaro, como las baladas plenas de historias de despedidas y olvido.

El músico deja en claro de que se trata de álbum y no un disco, porque reúne las condiciones para serlo. “Cargar la suerte es un álbum porque los discos tienen menos importancia hoy en día. Que lo reciban bien es positivo, pero no suficiente, hay que escucharlo realmente y es un momento difuso -para los discos- porque ya no son siempre redondos, si no son redondos no son discos. Un disco por definición es ‘redondo y plano’, un álbum es un conjunto de canciones”, asegura.

Calamaro nunca ha ocultado que sus composiciones son testimonio de sus vivencias. Son temas que no solo revelan el carácter intimista de las historias, sino también definen el momento por el que está pasando su autor. Verdades afiladas, Tránsito lento o Diego Armando Canciones (tres temas del más reciente álbum), podrían ser tres ejemplos que define al Andrés de la actualidad. “Yo creo que en este momento la canción que me define es Tránsito lento. Estamos en ‘modo transitivo’ hasta diciembre. Así que por ahí va la cosa”, añade.

Andrés comenzó este andar a fines de los 70 con rock- candombe. Raíces se llamaba el grupo argentino-uruguayo que marcaría el inicio de una carrera de más de 40 años. Desde Los Abuelos de la Nada y Los Rodríguez hasta una fructífera etapa solista, en la que expuso su incontinencia creativa en ambiciosos trabajos como Alta Suciedad o El Salmón, Calamaro es uno de los nombres fundamentales en la historia del rock en español.

“Seguir haciendo música después de todos estos años representa la realidad, es mi trabajo y no llegué a la edad de jubilarme. Hacer música es distinto en los viajes y frente a los compromisos, distinto a las grabaciones que es música de laboratorio. Cuarenta es un número, mi madre sigue trabajando y tiene 98”, menciona.

Hace 30 años, en el disco Nadie sale vivo de aquí, Calamaro decía: “Hola, soy el rock y vengo a decir: no te dejes confundir/ si te ofrecen el anzuelo, tirá primero/ pero sin sangre”. ¿Qué diría el rock hoy?, le preguntamos. “Aquella letra no pierde vigencia, actualidad. Somos un continente asesinado. Hoy ‘el rock’ se sentiría extraño frente a una selva de teléfonos, prefiere las caras lindas”, lanza con total franqueza

Así es Andrés. Así es el Salmón. El artista que hoy canta en Santa Cruz de la Sierra.

¿Qué viene después de la gira? “Más gira el año que viene. Mientras tanto sigo fumando y tomando mate, escribo todos los días y escucho música”, finaliza.

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