28 de abril de 2023, 4:00 AM
28 de abril de 2023, 4:00 AM


Nuestro país vive una época turbulenta, nuestra generación se había acostumbrado a vivir con una tranquilidad que le dio la época de la “democracia pactada” tan demonizada y vilipendiada en estos días. Desde la estabilización económica en 1985 vivimos una época donde se alternaban los gobiernos, de derecha, de centro, socialdemocrata, alianzas tan dispares pero con políticas de estado sobre temas fundamentales, política exterior, estabilidad monetaria, consensos para cambios constitucionales, leyes consensuadas respeto a la inversión privada nacional y extranjera, exploración y explotación de hidrocarburos, modernización del país, es decir una hoja de ruta que nos podría insertar en el mundo moderno y ser un país respetado en el concierto internacional. Lo estábamos logrando.

Pero tenían que destrozar todo eso, para que un proyecto político totalitario, antidemocrático cuaje, había que destrozar todo lo avanzado anteriormente, había que decir que los acuerdos entre partidos eran cuoteo, que todos los actores políticos sin excepción eran corruptos, que el país necesitaba un cambio y que se tenía que deshacer ese sistema de partidos...y mucha gente creyó ese discurso y el país cayó en la trampa.

Toda obra humana tiene aciertos y desaciertos, los partidos del sistema cometimos muchos errores, los casos de corrupción no fueron adecuadamente tratados, las acusaciones entre miembros de los partidos fueron de alto calibre que empezaron a minar la credibilidad del sistema y algunos partidos incluyeron en sus listas a políticos-periodistas que hicieron de la anti-política su discurso principal.

Hablar para los políticos es una forma de hacer política, que ha dado buenos resultados en campañas, peor en la gestión gubernamental. Esa época de estabilidad, donde se hacían proyectos a largo plazo, donde se invertía pensando en las nuevas generaciones, donde quienes salimos a estudiar afuera nuestra mayor aspiración era retornar al país para ayudarlo a crecer con proyectos empresariales o en la administración pública terminó, o por lo menos se encuentra en duda por la situación social que vivimos.

Las épocas tranquilas, no duran para siempre, ahora es tiempo convulso, están manejando el Estado unos impostores que utilizaron la democracia para llegar al poder pero no son demócratas, democracia es un sistema de vida, es amar la libertad, es tener una justicia proba e independiente, es respetar al adversario, es concertar las políticas públicas, es creer en la alternabilidad de los mandatos y ellos no están pensando ni a largo, ni a mediano plazo, no piensan en el país, sino en cómo sostenerse en el poder y cómo reproducirlo, por eso presentan un paquete de leyes represivas, por eso compran diputados de “oposición” para aprobar vender lo último que les queda, que le habían dejado los “partidos neoliberales”: las reservas del oro.

La venta del oro soluciona los problemas de la economía? No.

El problema es más de fondo, es de modelo económico, es que tanto Evo como Arce están empeñados en copiar esquemas económicos que han fracasado en el mundo, que países incluso con modelos totalitarios donde gobierna un solo partido, han desechado ese modelo económico y se han insertado al capitalismo, han abierto mercados con los países desarrollados, han perfeccionado una economía de mercado permitiendo la libre exportación de productos, apoyando la inversión extranjera, dando seguridad jurídica al capital, han ampliado su frontera agrícola dando seguridad y tranquilidad a los sectores agropecuarios para que inviertan y produzcan.

Solo basta mirar las estadísticas mundiales de crecimiento económico para darnos cuenta de que, en América Latina, potencias del siglo pasado por adoptar un régimen económico similar al que aspiran imponer en Bolivia, han decretado la pobreza y el éxodo de sus habitantes. Cuba era una potencia anterior a la revolución de 1959 y Venezuela junto con Brasil, México y Chile, eran los más desarrollados de nuestro continente.

La resistencia a la imposición de un modelo totalitario en Bolivia se ha debilitado, los golpes duros y certeros que ha infligido el Gobierno contra Santa Cruz, principal bastión de la oposición ciudadana, han menguado su capacidad de resistencia, pero no la han derrotado, y es que también el Gobierno no está en su mejor momento, su división interna, fingida o cierta, es una debilidad, la incapacidad para tratar los problemas económicos, su aislamiento internacional, la debilidad de su proyecto transnacional, han perdido Perú, han perdido Ecuador, Chile y Brasil están con un pie fuera y otro dentro, los debilita, pero los vuelve más agresivos y peligrosos.

A los países del socialismo del siglo XXI solo los une un antiimperialismo enfermizo y la politización de la lucha antidroga, que no es más que una pantalla para proteger a los grupos de delincuencia organizada que trafican droga a los países desarrollados.

Esta situación de ambos factores de poder nos hace ver que estamos ante un proceso de transición, entre un proyecto totalitario que hace aguas y que recurre cada vez más a la represión y al engaño, y que está viviendo sus últimos días de buena salud y que ha agotado su margen de maniobra para continuar adelante y lo único que le queda es el asalto al dinero ajeno, me refiero a los fondos de los jubilados, de la gente que trabajó toda la vida para tener una pensión digna y al seguro de vida del Estado que son las reservas en oro del Banco Central, y por otro lado una oposición que ya no solamente es incapaz de generar un proyecto alternativo de poder, sino que ha ingresado en una corruptela barata de vender sus votos para aprobar leyes, salvo las excepciones de algunos actores políticos que todavía se mantienen firmes, pero que no presentan alternativas que enamoren a la población, que la desazón y la incertidumbre generadas por el MAS sean recogidas por un proyecto alternativo que nos permita retornar al Estado de derecho, al respeto a la diversidad cultural, a vivir en libertad y a volver a hacer planes a largo plazo en un país del cual nos sintamos orgullosos de haber nacido en él.

En un evento internacional le pregunté a un dirigente del PRI mexicano qué estaban haciendo para reflotar su partido y me respondió: “Estamos renovando la política, los viejos estamos volviendo”. Me dejó pensando, y la verdad es que para recuperar la democracia se necesita el concurso de todos sin exclusión, se necesita del empuje de la juventud, de la experiencia de los viejos guerreros.

La democracia que vivimos hasta el 2005, la construimos la juventud del MIR que recicló a don Hernán Siles Zuazo, y al que luego sucedió Víctor Paz, quienes dieron paso a nuevas generaciones de políticos como Jaime Paz, Sánchez de Lozada. No existen ni curas ni políticos jubilados, la unidad significa no exclusión de nadie, quien excluye le hace el juego a la dictadura.

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