22 de junio de 2023, 4:00 AM
22 de junio de 2023, 4:00 AM


Hace algunos días, el expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL) publicó un proyecto de Constitución que causó un fuerte impacto en la opinión pública. Mi primera impresión al leerla fue que contenía una enorme cantidad de ideas. Algunas ya planteadas antes en el debate nacional y otras casi nada.

Habiendo publicado hace algunas semanas una propuesta parlamentarista, fue lo que más atrajo mi atención en la primera lectura. Luego estudié con más detenimiento la manera en que GSL aborda el tema de la descentralización y las autonomías.

Al comenzar los años 1990 participé en un proceso de concertación que culminó con un proyecto de ley de descentralización política y administrativa, que llegó a aprobarse en grande en el Senado. Yo formaba parte del equipo asesor de los comités cívicos y GSL era la figura más destacada de la política boliviana. Había sido el ministro de la estabilización y ganador de las elecciones de 1989, y se preparaba para postular nuevamente en 1993. Su oposición a la elección de prefectos era definitiva y lo considerábamos el principal adversario de la descentralización.

En 1994 nos sorprendió con la Ley de Participación Popular, que reformó el sistema municipal. Con esa ley, llevó a cabo una descentralización radical no a los 9 departamentos, como entonces pedíamos, sino a los 314 municipios. Y fue muy radical porque no solamente se les amplió la jurisdicción y las atribuciones, sino que se les dotó de recursos con un modelo de distribución automática que todavía tiene vigencia.

En su propuesta de Constitución, GSL da un paso más en las autonomías municipales y propone que el gobierno departamental se consolide como un espacio de articulación entre lo local y lo nacional. Veamos.

En el tema municipal se plantea un modelo muy sencillo, pero al mismo tiempo flexible. A mi juicio, éste es el elemento clave de la propuesta: la posibilidad de que los municipios se configuren de maneras diferentes y desarrollen experiencias distintas. Todos tendrían un Concejo Municipal y un alcalde, pero como no se define la manera en que se los elige, las normas locales podrían decidir el tamaño de los concejos, la manera de elegir a los concejales y la manera de elegir a los alcaldes. Los concejales podrían ser elegidos por lista o por distritos.

Los alcaldes podrían ser elegidos por votación directa o por nominación de los concejos, y bien podría ser uno de los concejales o un técnico de alto nivel al que se contrate. Es decir, propone un modelo básico, pero con autonomía suficiente para que las comunidades locales definan los detalles de su conformación y funcionamiento.

En cuanto a los gobiernos departamentales, propone que los gobernadores sean representantes del Poder Ejecutivo, pero sujetos al control y la coordinación de la Asamblea Departamental. Los gobernadores serían designados por el primer ministro y los segundos por los concejos municipales, de a uno por provincia.

Recordemos que una provincia puede tener varios municipios, por lo que aquí hay también un ámbito para la concertación. De ese modo, los gobiernos locales tendrían mecanismos de diálogo con el Gobierno nacional y espacios de coordinación entre ellos y con el gobierno departamental. Y otra vez, la manera específica en que se relacionan quedaría sujeta a normas posteriores que bien pueden ser diferenciadas según las realidades regionales. Otra vez, aquí hay un potencial de autonomía que es fundamental y fue hasta ahora ignorado.

La norma propuesta da en definitiva a los ciudadanos de municipios y departamentos la posibilidad de decidir cómo organizar sus gobiernos locales, y al país le da la oportunidad de desarrollar múltiples experiencias y aprender de las mejores, rompiendo con ello la mala costumbre reglamentaria que nos impone a todos y en todas partes un único modelo. En ese sentido, es también una propuesta que recoge y respeta la diversidad cultural y territorial.

Por supuesto, los estatutos y las leyes podrían cerrar estas posibilidades, pero ésa será materia que traten los futuros movimientos descentralizadores y autonomistas.
En 1993 muchos quedamos en offside en el debate de la descentralización. Creo que 30 años después, GSL nos ha vuelto a dejar en offside.

Tags