Opinión

Bien por la ley

21 de septiembre de 2021, 5:00 AM
21 de septiembre de 2021, 5:00 AM

La pronta promulgación de la ley contra la legitimación de ganancias ilícitas ha levantado polvareda -justificada por cierto-, entre la gente adinerada, porque a los pobres, que son la inmensa mayoría en el país, no les afecta en nada. Por mi parte tampoco temo la ley por cuanto no guardo ni harina de biscocho en los bolsillos, y en igual situación existen millones de personas. Desde luego que el extraordinario hecho de poseer fortuna no hace sospechosa de enriquecimiento ilícito a las personas, porque la ley es para los nuevos ricos que no puedan probar ni demostrar el origen lícito de sus ingresos exorbitantes.

Pero no están solos en la protesta por cuanto los parlamentarios de oposición se han constituidos en abogados de oficio, alegando que lo que busca el Gobierno es “la toma total del poder”, o sea que se han salido de la tangente. A tal punto llega la airada protesta que una senadora de la oposición explotó al conocer la necesaria y urgente promulgación y furiosamente echó el grito al cielo, exclamando: “Estoy realmente alarmada.. Estoy aterrorizada”. ¡Pronunciarse categóricamente en contra de la ley puede interpretarse como apología del delito conexo con el desacato!

Solamente en Santa Cruz, una vez abiertos los candados del secreto bancario, se podrá conocer la estadística de los ricachos; también se podrá conocer el dato ampliado de cuántos son los nuevos barones del Oriente y del Occidente, y cuál el origen de la misteriosa fortuna. En el pasado eran tres los barones del estaño (sindicados como cleptocracia minera), cuyo poder económico les permitía evadir impuestos, designar ministros, y tumbar gobiernos si ello convenía a sus intereses. La caída de Villarroel, el presidente colgado, es uno de los tantos casos demostrables en el país.

El escritor Honorato de Balzac nos decía -a propósito del tema-, que detrás de toda gran fortuna siempre hay un crimen; y por su parte, Eduardo Galeano, dejó expresado que la persona que trabaja (honradamente, se entiende), no tiene tiempo de hacer dinero. Y ambos tenían razón (y hay otras citas que reafirman lo mismo), porque vemos que son muchos los que toda la vida trabajan duro y no prosperan, siguen en el peso y los ocho reales, dado que el estipendio que perciben se llama “salario mínimo vital”, y apenas alcanza para la subsistencia. Mientras que otros se hacen millonarios de la noche a la mañana y hacen ostentación de lo mucho que tienen, pero con la ley en vigencia tendrán que ser más cautelosos. Tendrán que ser como un amigo mío prestamista que anda mal vestido y en un auto destartalado para que aquellos que no lo conocen crean que es un pobre diablo, pero él lo hace para cuidarse de los asaltantes porque lo poco que tiene es bien habido, lo ganó con el sudor de su frente.

Bien por la ley de referencia y esperemos que la Unidad de Investigaciones Financieras (UIF), no se extralimite ni atropelle a nadie al realizar su trabajo porque no se trata de una cacería de brujas, sino de la investigación de presuntos delitos, y mientras no se demuestre lo contrario, debe presumirse la inocencia de todo investigado, pero en ningún caso debe tolerarse la extorsión como mecanismo para sonsacar dinero y archivar obrados, porque entonces el remedio sería peor que la enfermedad. Ojalá que la UIF demuestre eficacia en el desempeño de sus funciones, y no fracase como fracasaron el Ejército y la Policía que solo han demostrado idoneidad para los golpes de Estado y una total lenidad cuando se trató de dar “golpes” al contrabando y al narcotráfico, principales fuentes y origen del dinero sucio.

Este Gobierno y los anteriores prometieron desarrollar la industria nacional hasta llegar a sustituir importaciones y vemos que el contrabando sigue ingresando mercadería de los países vecinos y de ultramar, sin pagar impuestos y perjudicando nuestra producción. Este Gobierno y los anteriores prometieron acabar con el narcotráfico y vemos que los EEUU nos han descertificado porque la droga sigue siendo nuestro producto estrella, pero sobre ninguna de estas actividades ilícitas puede fundarse nuestro crecimiento económico. “Dura lex, sed lex”.

Ronald Tineo - LibrePensador

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