La academia celeste está en crisis dentro y fuera de la cancha. Las disputas de los dirigentes ahondan los graves problemas económicas que sufre

16 de agosto de 2021, 13:10 PM
16 de agosto de 2021, 13:10 PM

A Blooming lo invadió la energía negativa y va de derrota en derrota. Pierde por partida doble, dentro y fuera de la cancha. Adentro, con lo justo; afuera, por goleada. Lo cierto es que recibe golpes (y goles) de todos lados, constantemente, muchos de ellos desde su propio seno.

Lejos de la cancha, los dirigentes juegan un partido aparte hace bastante tiempo, con una indolencia total, y en la mayoría de los casos, con un afán personalista, que deteriora mucho más la situación. Puede resultar exagerado, pero es casi un duelo fratricida.

Blooming como institución, no tiene un centavo, y debe alrededor de 5 millones de dólares. Sin embargo, hay quienes se pelean por armar un directorio, dividen más a su institución y ahuyentan a los que tratan de recomponer la institucionalidad.

Lo peor de todo, si eso es posible, tomado en cuenta el presente, es que nadie habla de lo principal, de pagar las deudas a los jugadores, que están impagos casi medio año, y se refieren a “gestionar recursos” y del sueño del estadio propio.

Para ellos, el tiempo no apremia, por eso le permitieron a la Federación Boliviana de Fútbol que les dilate y postergue las elecciones de mayo a septiembre, pese a tener el agua al cuello, cuando en otros lados organizan comicios cada dos por tres.

Esta crisis no es de hoy, viene de lejos, desde hace diez años, la alimentaron todos los que pasaron por la presidencia con pésimas negociaciones que afectaron su patrimonio, cercenándole incluso parte del mismo.

La directiva que acabó su mandato en mayo terminó por agravar la situación, sembrando conflictos a diestra y siniestra, acumulando deudas que tienen a Blooming al borde del colapso. El campamento celeste se asemeja a un campo minado. Donde pisan, detona un explosivo, en este caso, relacionado a lo económico.

La última, la del brasileño Guedes que reclama 65 mil dólares y no fue ni habilitado por límite de extranjeros.

A causa del incumplimiento de pago desde que empezó el año, se fueron casi todos los extranjeros que llegaron como refuerzo, un par más del plantel titular, y otros estuvieron a punto de irse y regresaron a cuenta gotas, con el torneo en marcha.

Blooming va rápido a ser una sucursal de San José, con las disculpas de los hinchas del equipo santo, otro de los clubes destruidos por sus dirigentes. ¿Una exageración? Veamos: deben 5 millones o más millones, aparecen contratos de jugadores que no jugaron, le llueven las deudas de ex jugadores, hipotecaron su patrimonio y se les van los futbolistas. Ídem.

En cancha, donde se disputan los puntos, perdió varios “ahí nomás”, habiendo merecido un poco más. Pero así es el fútbol. Hace falta también una pizca de fortuna, por eso, a veces, la pelota que tiene que ir adentro, en el arco contrario, se va afuera; y viceversa, la que tendría que pasar de largo por el área, se mete en tu arco, o te hacés un autogol, como le pasó más de una vez en lo que va del campeonato.

Además, empezó debilitado por la baja de once jugadores ¡once!, todo una formación, tras el receso de la Copa América: Barros, Anangonó, “Yacaré” Núñez, Pedro Franco, Junior Sánchez, Urapuca, Hugo Rojas, Daniel Lino, Clody Menacho, Edward Vaca y, de yapa, Rafinha, lesionado, quien ahora se quiere ir.

Por si fuera poco, y tal la “yetera”, que, de los tres arqueros que integran el plantel, se le lesionaron dos, y tiene que poner a un juvenil.

Si alguien cree en la influencia de las energías, la energía negativa que generan los de adentro, o cerca (los dirigentes), invadió el campo. Eso que pasó el límite de lo que se puede llamar yeta, mufa, kencha o mala suerte.

O, por ahí, no falta quien crea que es necesario exorcizarlo, como hicieron con Racing Club de Avellaneda, en la Argentina, que buscaron a un religioso para que los ayude a sacarse el demonio de adentro.