Opinión

Bloqueos, bonos y Noemí

24 de agosto de 2020, 3:00 AM
24 de agosto de 2020, 3:00 AM

Agosto amaneció con bloqueos, luego vino la oferta de más bonos, y recientemente la explosión mediática sobre un supuesto “amor prohibido” entre una menor de edad y Evo Morales (cuando era presidente en el 2015). Un menú de acciones políticas, discursos de campaña, y pasiones escondidas en el contexto de una pandemia que continua su trayecto y un proceso electoral que, por lo menos, ya tiene una fecha certera para consumarse.

¿Cuál es la organización política hoy afectada electoralmente por los bloqueos innecesarios, la desmonopolización de la oferta de bonos y un “amor prohibido” de su líder histórico años atrás? Supuestamente el MAS. Es supuesto porque faltan todavía poco menos de dos meses para las elecciones y desconocemos su estrategia para ganar votos, sus rivales hasta ahora no demuestran un vigor ideológico y un relato de poder con intenciones hegemónicas, y tiene bases sociales organizadas hasta para la guerra.

Ahora bien, ¿cuáles son las secuelas del menú de agosto? Reapertura de brechas históricas pero útiles en tiempos electorales para reproducir discursos racistas y regionalistas, una candidata que se olvidó que era presidenta, y la segunda temporada de la novela de amor de Evo más mediática de Bolivia, pero con otra protagonista.

Dejemos por un momento de enfocarnos en la rutina, y como diría Max Weber, de sentirnos a gusto con la excitación estéril de la política cotidiana, y miremos en perspectiva. ¿Qué nos dicen los bloqueos, oferta de bonos y el segundo romance mediático del expresidente en tiempos pandémicos y electorales? Mucho porque no vivimos un momento normal.

Los bloqueos organizados por la COB-Pacto de Unidad fueron el indicador de que las brechas históricas en Bolivia pueden cambiar de un estado latente a un estado manifiesto en cualquier momento, de que el proceso de cambio sólo las ubicó debajo de la alfombra y son una bomba de tiempo. Los bonos si bien son necesarios para paliar las necesidades urgentes de quienes no tienen casi nada para llevar a la olla, no son sostenibles en el tiempo y por lo tanto urgen políticas públicas responsables sobre la economía para la era pospandemia. Por último, que tuvimos un mandatario nacional que naturalizó un comportamiento político ruin: saltarse las reglas de juego. Lo hizo con el 21F y ahora está amenazado por supuestamente cometer un delito, quizá el más grave para su carrera política: estupro.

Es preocupante que hasta ahora los discursos políticos de campaña de todos los candidatos no están a la altura del momento: cuando la pandemia del coronavirus desordenó nuestra rutina, puso en máximo nivel la incertidumbre, en mínimo nivel la esperanza, y lo peor de todo, sigue arrebatando la vida de muchas personas.

Agosto ha sido uno de los meses más agrios políticamente hablando y es una señal de lo que podría venir si nos negamos a entendernos, no necesariamente querernos y abrazarnos -además que esto no los impide el virus-, dejamos que los bloqueos sigan ahogando la economía, creyendo que los bonos son la salida, y hacer lo que nos dé la gana con las normas jurídicas y éticas.

¿Es hora de cambiar el chip? Sí.

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