16 de agosto de 2023, 4:00 AM
16 de agosto de 2023, 4:00 AM


Hace unos días, nuestra embajadora en Moscú confirmó que el Estado boliviano remitió a los gobiernos de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, una carta solicitando formalmente su incorporación a la asociación económica-comercial conocida como BRICS, sumándose así a las más de 30 naciones que también han pedido ser admitidas. Según declaraciones de autoridades sudafricanas y brasileñas, en la lista de espera se hallan países como Afganistán, Argentina, Argelia, Egipto, Bielorrusia, Indonesia, Irán, México, Nicaragua, Nigeria, Arabia Saudita, Sudán, Siria, Emiratos Árabes, Tailandia, Turquía, Venezuela, entre otros.

La aceptación de los pedidos, el mecanismo de adscripción y la nueva gobernanza de esta singular iniciativa, se debatirán durante la 15.ª Cumbre de los BRICS que se iniciará el 22 de agosto en Johannesburgo, y aunque es poco probable que se adopte un modelo de incorporación igualitario, sin duda que la suma de naciones significará un logro importante para los objetivos de los cinco países líderes, sobre todo para los intereses expansivos que tiene Beijing en el escenario internacional.
Se conoce que un total de 67 jefes de Estado han sido invitados a la Cumbre, y que 34 (entre ellos el presidente Arce) ya han confirmado su presencia en lo que será la reunión internacional más relevante del año, no solo por la inusitada presencia de mandatarios, sino porque podría constituirse en el paso decisivo hacia la reconfiguración del orden económico financiero mundial, liderado hasta ahora por Estados Unidos y la Unión Europea.

Asociados por ser las principales economías emergentes del mundo, los BRICS han asumido un rol contestatario a las políticas globales del G7 (Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón, Reino Unido, Canadá e Italia) y de instituciones como el FMI y el Banco Mundial, y hoy se están constituyendo en el foco de atracción de las tendencias contrahegemónicas, fortalecidas tras las crisis económica, financiera y política que afectaron al mundo entero, y que se agravaron con la pandemia.

Bajo el liderazgo factual de China e impulsadas por el entusiasmo del presidente Lula en Latinoamérica, los BRICS ya ofrecen ventajas para los países que se suman a la iniciativa, al proporcionarles oportunidades de inversión, financiamiento y cooperación técnica. Una de sus primeras acciones conjuntas fue la creación en 2015, del Nuevo Banco de Desarrollo, que ha canalizado más de 33 mil millones de dólares en crédito para grandes proyectos de infraestructura que no solo beneficiaron a sus miembros, sino que alcanzaron a otras naciones como los Emiratos Árabes, Egipto, Uruguay y Bangladesh.

Aprovechando la crisis por la que atraviesan EEUU y la UE, han decidido trascender los objetivos y el alcance de su creación, y hoy pretenden erigirse como representantes de “Sur Global”, abogando por una mayor representación en instituciones financieras internacionales y proponiendo una distribución más equitativa del poder y la toma de decisiones. 

Hasta ahora están logrando un notable consenso entre las naciones en desarrollo, al cuestionar la vigencia del dólar como la única moneda de intercambio internacional, los programas de ajuste estructural de los organismos de crédito mundial que imponen condiciones para otorgar préstamos, y las sanciones que impulsa Washington contra los países que vulneran principios de la democracia y el libre mercado.

Pese a estos importantes avances, el camino de los BRICS para desafiar la supremacía geopolítica de Occidente no es llano y las incertidumbres parecen ser más grandes que las certezas. China ha ingresado a un periodo de ralentización de su economía y Rusia está empantanada en una guerra que afecta fuertemente su legitimidad y su estabilidad, mientras que la India adolece de problemas sociales y políticos complejos, además que mantiene fuertes lazos económicos y políticos con Estados Unidos. 

 Por otro lado, los países que podrían sumarse son muy heterogéneos, soportan crisis internas constantes y parecen estar más unidos por su posición crítica u hostil hacia Norteamérica que por una auténtica decisión de articular sus intereses de desarrollo, en el nuevo orden mundial.

Con todo, el bloque BRICS puede desempeñar un papel muy importante en la creación de un orden global más equitativo y multipolar, aunque esto dependerá de su capacidad para colaborar, abordar desafíos y equilibrar sus intereses individuales con el objetivo colectivo de un crecimiento sostenible, trascendiendo las visiones ideológicas y priorizando los intereses económicos de sus miembros antes que las posiciones políticas de quienes lo lideran.

La decisión del Gobierno boliviano de solicitar la incorporación a este proyecto es legítima, aunque quizá prematura. Nuestra posición como Estado debiera orientarse hacia el aprovechamiento de las ventajas y potencialidades de un acuerdo duradero, que mejore las condiciones para integrarnos a un mundo multipolar y más inclusivo como el que se está configurando.

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