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11 de diciembre de 2023, 3:00 AM
11 de diciembre de 2023, 3:00 AM

En lo concreto, en la sumatoria del balance comercial de Bolivia con Mercosur en los 25 años del Acuerdo, ha sido favorable a Bolivia en cerca de 20.000 millones de dólares, porque las exportaciones de gas natural también cuentan, aunque no es menos cierto que descontando estas exportaciones, la situación se revierte drásticamente a un déficit acumulado cercano a los 42.000 millones de dólares, como lo informara el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) en su Boletín Cifras del 5 de diciembre pasado.

Cabe destacar que la misma relación comercial deficitaria la tenemos con Perú, país miembro de la Comunidad Andina, al igual que el déficit comercial bilateral con Chile, a pesar que nuestras exportaciones gozan de libre acceso con 100% de preferencias arancelaria (excepto azúcar y lácteos) mientras muy pocos productos chilenos gozan de preferencias para acceder al mercado boliviano. Esta situación se repite con la mayoría de los países del mundo con los que tenemos relación comercial, con o sin acuerdo comercial. El déficit comercial no es un problema de los acuerdos, es un problema estructural de la escasa oferta exportable con valor agregado, típico de una economía primaria como la boliviana.

La relación comercial de Bolivia con Brasil y Argentina, las dos principales economías de Sudamérica, desde un poco más de mitad del Siglo pasado, cuando se construyeron las vías férreas hacia Corumbá (Mato Groso do Sul, Brasil) y Salvador Maza (Salta, Argentina) siempre fue altamente deficitaria para nuestro país, ya que todo el Oriente nos alimentábamos y vestíamos de estos países, al ser países mucho más industrializados que el nuestro. No es posible otro resultado de una relación comercial entre un país avanzado y desarrollado y un país de baja capacidad de transformación industrial.

Los acuerdos de integración modernos, llamados de tercera y cuarta generación, ya no están anclados en las concesiones arancelarias. Las normas al intercambio y las relaciones económicas entre las partes de un acuerdo, ahora incluyen servicios, derechos de propiedad, inversiones públicas y privadas, cadenas globales de valor, transferencias tecnológicas, protección conjunta del medio ambiente, desarrollo de energías alternativas, seguridad pública, etc.

La integración plena con Mercosur, nos debe llevar a mejorar la infraestructura de acceso a una salida soberana por el Atlántico a través de la Hidrovía Paraguay-Paraná, a complementar oferta exportable con acumulación de origen en cadenas regionales de valor en los sectores de oleaginosas, combustibles verdes, carnes de bovino y aves, siderurgia, fertilizantes, etc. Todos estos sectores tienen un alto potencial de desarrollo en el Noreste de Bolivia que comprende los Departamentos de Pando, Beni y Santa Cruz que desde hace al menos setenta años están más integrados a Brasil que al resto del país.

De igual manera es importante destacar que el ser miembro pleno del Mercosur, puede traer aparejado el reconocimiento del uso de la biotecnología y otros eventos tecnológicos en la producción agrícola y pecuaria, así como el emparejamiento de normas de sanidad vegetal e inocuidad alimentaria, donde los países del bloque llevan mucha ventaja y avances reconocidos a nivel mundial. Las oportunidades estarán dadas, dependerá de las condiciones que nos impongan los gobiernos de nuestros países para poder aprovecharlas en mayor o menor grado.

Cabe también recordar que para nuestra incorporación plena al Mercado Común del Sur, se deberá conformar un Grupo de Trabajo que asegure la adopción por parte de Bolivia, de la Nomenclatura Común del Mercosur (NCM), el Arancel Externo Común (AEC) y el Régimen de Origen del Mercosur, debiendo quedar sin efecto, a más tardar en cuatro años, lo dispuesto en el Acuerdo Complementación Económica AAP.CE 36 Bolivia – Mercosur. Estas obligaciones suponen además la negociación en el seno de la Comunidad Andina de los compromisos asumidos en estas materias, vinculadas a la protección del mercado subregional andino y el acceso a terceros mercados.

Es innegable la trascendencia económica que puede tener la integración geográfica con tres de los cuatro países miembros del  Mercosur, ocupando casi la totalidad de nuestra frontera Sur con Argentina y Paraguay y nuestra frontera Este y Noreste con Brasil, esto además de la vinculación natural con los ríos de la Cuenca Amazónica en el norte del país y con la Hidrovía Paraguay-Paraná a través del Rio Paraguay en la frontera Sureste con conexión a la Cuenca del Plata y desembocadura al Océano Atlántico.  A esto se suma la integración vial en los corredores  bioceánicos que pretenden movilizar carga hacia-desde el mercado asiático con la consecuente generación de ingresos por servicios logísticos y turísticos.

El mercado boliviano ya está abierto al Mercosur, sin ninguna restricción, y viceversa, por tanto ya no hay más que proteger, ahora las posibilidades de aprovechamiento de la integración plena de Bolivia al bloque, estarán dadas por la pertinencia de las políticas públicas que nos permitan una inserción competitiva de forma complementaria con la producción de nuestros países socios.




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