Opinión

Bolivia quebrada

9 de diciembre de 2020, 5:00 AM
9 de diciembre de 2020, 5:00 AM

Pronto las esperanzas y la primavera de aquel sueño de una Bolivia nueva, nacida el 18 de octubre de 2020, una Bolivia moderna, progresista, libre, plural, reconciliada, sin pobres, todos implicados en buscar el bien común que prometió el presidente elegido, se disiparon. Con todo, no perdemos la esperanza, escuchando el discurso del vicepresidente David Choquehuanca, conciliador, cercano al corazón de todas y todos los bolivianos, lo que expresa también en esa dirección el diputado del MAS Anyelo Céspedes y María Nela Prada, ministra de la Presidencia.

Y vuelve a aparecer la Bolivia “partida en dos” enferma, quebrada, amenazada en sus esencias democráticas de libertades: los dos tercios, una justicia impresentable, sobornable, acomodaticia. La incertidumbre, la desconfianza, el recelo, se cierne sobre toda Bolivia. Todo está revuelto. Estamos en una encrucijada difícil de salir. El llamado etnocentrismo ha polarizado al país, ha dividido a Bolivia en dos.

El sentimiento de pertenencia a una etnia, raza o cultura ha llevado al país a la confrontación, al enfrentamiento. Y todo eso se refleja a la hora de votar. El discurso etnocéntrico paraliza, frena al país, no empuja la historia hacia adelante, no acepta el pluralismo político y, en consecuencia, no solo no favorece, sino que rechaza la democracia, el Estado de derecho y de las libertades. De alguna manera detiene la historia y paraliza al país. Y esa es la situación de Bolivia quebrada y “siempre enferma”.

¿Existe terapia, pedagogía sabia que sane los males de nuestra Bolivia dividida, desintegrada, invertebrada? ¿Es posible convivir, andar el camino juntos, resistir juntos, ser solidario juntos, en esta Bolivia nuestra, plural, pluricultural, pluriétnica, plurirreligiosa? ¿Qué proyecto común puede enamorar y seducir a nuestra Bolivia fragmentada?

Señala certeramente Mauricio Ochoa Urioste, la salida está en la educación, en la promoción de los valores humanos y cívicos. Pero ¿quién protagoniza este proceso de reconducción histórica cuando predomina el analfabetismo e ignorancia política ciudadana y faltan visiones humanas igualitarias en busca del bien común?

Bolivia hoy necesita crear una opinión pública, inspirada en los grandes principios de la política mundial: Promover el bien común y universal, y sobre todo buscar la paz. Que los sentimientos de hostilidad, desprecio, desconfianza, odios sociales, ideologías obstinadas, el etnocentrismo dejen de enfrentar entre sí a los bolivianos.

No habrá paz, mientras no desaparezcan las enemistades, odios, causas de discordia, injusticias, desigualdades, el desprecio a la persona humana, que solo producen contiendas, enfrentamientos y violencia. Necesitamos integración y no enfrentamiento, y esto se consigue solo a través del diálogo, de la educación en valores, de la coordinación, de la cooperación en favor del progreso de nuestra Bolivia, sin pobres y con mayor igualdad social. Habría que aplicar el lema de nuestra moneda “La unión hace la fuerza”. Y precisamente estamos marchando en dirección contraria.

Es una pena que el mensaje de las políticas públicas, en vez de contribuir con acciones eficaces en la mejora de la educación, salud, seguridad, vivienda, transporte, el derecho a la alimentación, protección de la familia, el compromiso con la vida, la disminución de la extrema pobreza, y la desaparición de bolivianos en situación de pobreza, se queden lamentablemente en un discurso de odio, resentimiento, defendiendo el uso de la violencia, extorsión, corrupción despiadada, contrabando, vinculación con el tráfico de drogas… Así no se resuelve la crisis económica, sanitaria y política.

Lamentamos que nuestros políticos no conozcan ni apliquen estos principios luminosos de política internacional que con sabiduría recoge el Concilio Vaticano II, en la Gaudium Et Spes 82, 83.

La imagen que ofrece hoy Bolivia al mundo internacional es la de una bolsa llena de avispas picándose y matándose unas a otras.

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