Opinión

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16 de febrero de 2020, 3:00 AM
16 de febrero de 2020, 3:00 AM

_Todos son iguales. La frase se ha escuchado mucho en estos días desde que se supo de los presuntos actos de corrupción del ex gerente de Entel Elio Montes, que fue por 82 días miembro del gobierno de Jeanine Áñez. Su conducta es criticada porque tristemente se advierte que la corrupción en el país no distingue partido político, izquierdas o derechas ni origen regional. Tan igual que uno de los muchos actos de corrupción del gobierno del Movimiento Al Socialismo, los finiquitos indebidos, los gastos de opulencia, uso de vuelos privados, consumos excesivos y otros lujos de Montes dejan mal parada la gestión de Áñez y, más que eso, reafirman aquella sentencia popular que cree que todos los políticos buscan el poder para enriquecerse, para robar, digámoslo sin vueltas.

_ El asunto repercutirá en la campaña. Y la que verá mermar su influencia por el “caso Entel” en el electorado es la candidata que se habilitó desde la Presidencia a la que llegó para conducir un proceso de transición. Y en esta elección, donde el segundo lugar se peleará voto a voto –todo indica que entre Carlos Mesa y Jeanine Áñez– los actos del ex gerente de Entel podrían ser determinantes para no llegar al segundo lugar de oro el 3 de mayo. Porque si de algo se cansó el país en los últimos 14 años, después el autoritarismo de Morales y su gobierno, es de la corrupción. Y parecen tener razón quienes repiten “todos son iguales”. Quizá de aquí a 500 años la corrupción deje de ser el signo vital de la actividad política.


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