Opinión

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20 de septiembre de 2020, 5:00 AM
20 de septiembre de 2020, 5:00 AM

_Casi sin despeinarse, el MAS mantiene la mejor opción de triunfo a menos de un mes de las elecciones generales del domingo 18 de octubre. Las encuestas le conceden al ‘instrumento político’ una ventaja relativamente cómoda que ha construido en base a su núcleo duro y fiel de votantes. Es innegable que en la contienda también se ha favorecido, -y bastante,- con el escaso músculo de una oposición obstinadamente dispersa a la que, por si fuera poco, no se le ha ocurrido nada mejor que atacarse a dentelladas entre sí.

_Están por verse los efectos de la decisión de la presidenta, Jeanine Áñez, de bajar su candidatura “para salvar la democracia” y evitar el retorno del masismo al poder. La migración porcentual de los votos de Juntos hacia otras fuerzas políticas, excepto el MAS por obvias razones, es materia de especulación. En tanto, el exjefazo parece tener la maleta lista detrás de la puerta en su asilo dorado en Buenos Aires. Casi exultante, acaba de anunciar su retorno a Bolivia un día después de producirse un eventual triunfo de su partido y parece estornudarse sin barbijo en los procesos judiciales por sedición, terrorismo, pedofilia y otros abiertos en su contra.

_En medio de los acelerones de la campaña y esperando conocer más en profundidad las propuestas de los candidatos, algo de lo que no se sabe mucho hasta el momento, con mejores elementos de juicio la ciudadanía sabrá encontrar los espacios para reflexionar detenidamente sobre la importancia de su decisión soberana frente a las urnas.



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