Opinión

cara a cara

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23 de septiembre de 2020, 5:00 AM
23 de septiembre de 2020, 5:00 AM

_Algún despistado navegando desde el anonimato en redes sociales le atribuye a un candidato para las elecciones del 18 de octubre la propiedad de la mayoría de las acciones de EL DEBER y al que para favorecerlo con el ‘voto útil’, este medio de comunicación dizque ‘juega al miedo’ del regreso del expresidente que huyó del país tras presentar su renuncia al cargo en noviembre de 2019. Por su total falta de sustento, la disparatada especie cae por su propio peso. 

Es vulgar falacia. No es la primera vez que en sus largos y serenos 67 años de vida al Decano de la prensa cruceña le inventan ‘nuevos dueños’, ‘padrinazgos’, ‘accionistas mayoritarios’ y otras hierbas. La única propiedad y/o pertenencia atribuible a EL DEBER es la que corresponde a su comunidad a la que se debe y sirve incondicionalmente desde siempre.

 _La violencia viene salpicando con frecuencia cada vez mayor la campaña electoral en diferentes partes del país. Sus promotores prestan oídos sordos a exhortaciones formuladas por organismos internacionales como Naciones Unidas, la Unión Europea, además de la Iglesia católica. Uno de los frentes políticos en pugna, Comunidad Ciudadana, propuso un acuerdo de no violencia y de respeto al voto. Casi de inmediato, el ‘instrumento político’ rechazó la iniciativa. 

Lo propio hizo Creemos. La intolerancia y la falta de respeto ganan las calles y enrarecen el ambiente en la recta final de un proceso decisivo para la democracia en Bolivia. Los votos no se consiguen con insultos, a pedradas ni a garrotazos.

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