Opinión

cara a cara

5 de octubre de 2020, 5:00 AM
5 de octubre de 2020, 5:00 AM

_Los últimos debates fueron en 2002, cuando la democracia se podía llamar así en Bolivia. Eran varios: organizados por periodistas, empresarios, etc. y los aspirantes a la Presidencia no escapaban, los asumían como debía ser. 

Dieciocho años después, el sábado hubo un acto que pretendió llamarse debate, pero que fue una sucesión de preguntas frías y calculadas a los candidatos y estos no se salieron del libreto. Digamos que no fue un acontecimiento que permitiera definir el voto para el tercio de indecisos que aún quedan, pero fue un primer paso. Eso sí, fueron interrogantes más duras contra los adversarios de Luis Arce Catacora. 

Fue organizado por la FAM y la CUB (que fueron aliadas incondicionales del gobierno de Evo Morales), quizás por eso fue al único al que asistió Arce Catacora. Como punto negativo, la falta de contenido para un acto tan esperado y la frustración de quienes tenían altas expectativas. Lo bueno fue que, aunque mal, ya hubo un intento de debate en el país.

El Poder Judicial tiene alrededor del 11% de aprobación, de acuerdo con el director de CiesMori. Es la institución nacional peor posicionada. Que está hundida en un pozo profundo todos lo saben. Pero aún así los políticos insisten en apelar a los tribunales judiciales para resolver temas políticos que les competen a otros poderes. 

Desde que se aprobó la nueva CPE, la justicia ha sido manejada por el Ejecutivo y el Legislativo, ambos controlados por Evo Morales y el MAS. Ahora, esta tienda política insiste en la manipulación, mediante leyes de última hora. Me pregunto si lo que impera no es un síndrome de Estocolmo colectivo. ¿Por qué estas cosas pasan y nadie dice nada?



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