Opinión

cara a cara

21 de marzo de 2021, 5:00 AM
21 de marzo de 2021, 5:00 AM

_El país atraviesa una compleja y delicada coyuntura porque sus principales conductores parecen avanzar a contramano en la ruta hacia la pacificación que debe transitar para resolver la aguda y prolongada crisis social, política y económica que tiene desvelados e inquietos a los bolivianos. Cada vez es mayor el convencimiento de que el Gobierno está haciendo las cosas exactamente al revés, arrojando más combustible a la hoguera en vez de aplacar y sofocar las llamas de la confrontación que amenaza la unidad nacional, cada vez más resquebrajada, cada vez más precaria.

_El presidente y sus operadores persisten, con afán obsesivo y veladas intenciones, en trastocar torpemente los hechos de 2019 que derivaron en el fraude electoral y en la posterior renuncia y huida del cocalero Morales. La teoría del ‘golpe de estado’ no resiste el menor análisis serio y va llegando a su límite la tolerancia frente al embuste oficial. De su lado, la comunidad internacional está muy alarmada por los últimos sucesos en Bolivia y el influyente Washington Post dice que “la crisis puede convertirse en una catástrofe” porque el gobierno está en un camino sin ley y subyace la amenaza del caos, incluso de una guerra civil y una dictadura.

_Luis Arce no puede seguir jugando con fuego y con los ojos cerrados a la realidad faltando a su compromiso de sanar heridas y reconstruir la patria en unidad para vivir en paz. Es lo que más anhela y necesita el pueblo que hace pocos meses recibió el mensaje presidencial con fe y esperanza en los mejores días que parecen cada vez más distantes.

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