Opinión

cara a cara

17 de mayo de 2021, 5:00 AM
17 de mayo de 2021, 5:00 AM

_Ya pasó más de un año y seis meses desde que Evo Morales y Álvaro García Linera renunciaron al poder en Bolivia, desde que los presidentes del Senado y de Diputados dejaron a un lado cualquier posibilidad de asumir la sucesión constitucional y de que se generara un peligroso vacío de poder en el país. Cada boliviano recuerda los momentos de zozobra, el peligro de la confrontación entre compatriotas. A más de un año y medio de esos momentos tan duros para la nación, es urgente que finalmente se trabaje en una reconciliación. El MAS intenta construir un relato, mientras Evo Morales insiste en lavar su propia imagen, aún a costa de provocar mayor incertidumbre. Se necesita lucidez en el Poder Ejecutivo nacional. Bolivia es más que un partido u otro, el bien mayor trasciende el bienestar de uno u otro caudillo. Es preciso restablecer el orden. Mientras los discursos políticos mandan, la gente se está muriendo de covid o de hambre por la crisis económica.

_Suma el dolor por la pandemia. En medio de tanto dolor, hay trámites que deben ser viabilizados. Uno de ellos es el certificado de óbito, cuando un paciente muere en su domicilio. Conseguir el documento conlleva un tortuoso procedimiento que incrementa la pena de los que pierden a un ser querido. Es preciso que los procedimientos sean claros, pero que también sean expeditos. Nadie quiere estar en el lugar de una persona cuyo familiar tiene que peregrinar para acceder a la cremación o el entierro. Así como se unen fuerzas para las pruebas de antígeno nasal o para la vacuna, es preciso viabilizar el papeleo tras el deceso. Ya es demasiado duro el trance para cada familia.



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