Opinión

cara a cara

8 de agosto de 2021, 5:00 AM
8 de agosto de 2021, 5:00 AM

_Insospechadamente, ante propios y extraños azorados, el bochorno ensombreció el principal acto de homenaje a la Patria el 6 de agosto. Transmitido en cadena nacional, un desafortunado mensaje presidencial interrumpido en medio de estribillos, arengas y amenazas entre oficialistas y opositores, fue el detonante de un espectáculo deplorable. El escenario fue el fastuoso edificio de la Asamblea Legislativa que no pudo tener peor estreno a pocos días de su entrega. En tanto, los bolivianos que esperaban observar y escuchar algo distinto fueron defraudados y experimentaron, de yapa, la desagradable sensación de la vergüenza ajena.

_De entre el polvo del escándalo se rescatan algunas expresiones del sereno vicepresidente David Choquehuanca en la apertura del solemne acto. Tras un llamado a la reconciliación nacional, habló de reformar la justicia para lograr un país “unido, reconciliado y pacífico”. De que “reparar una injusticia con otra injusticia es una señal de no haber logrado cambios estructurales profundos”. Demandó una “justicia para la vida, sin impunidad, sin corrupción. Con reparación de daños para sanar heridas y construir una vida justa y sana para las futuras generaciones”. También alertó que “detrás de los relatos modernos encontramos engaño, donde en nombre de la democracia se practica autoritarismo”.

_Es imposible un país en paz, unido y reconciliado recibiendo mensajes virulentos, una sociedad libre y democrática con una justicia cooptada y podrida. Falta saber quién, cómo y cuándo se atreve a ponerle el cascabel al gato…



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