Opinión

Cara a Cara

12 de septiembre de 2021, 5:00 AM
12 de septiembre de 2021, 5:00 AM

_Promediando la puja para Catar-2022, Bolivia marcha en el sótano y con sus posibilidades casi agotadas. Sin otras opciones que evitar nuevos papelones en lo que resta por jugar, cuando menos en los encuentros de local en el cada vez más vulnerable estadio de Miraflores donde no parecen ayudar ni los 3.600 metros de altitud. De sus dos últimas salidas, la Verde volvió derrotada por Uruguay (4-2) en Montevideo y Argentina (3-0) en Buenos Aires. Cero puntos, 7 goles en contra y apenas dos a favor por cuenta del goleador de raza que es Marcelo Martins, el único de los jugadores bolivianos con jerarquía internacional y que lo mantiene como uno de los principales artilleros del continente, pese a jugar en una de las selecciones más débiles del planeta fútbol.

_Todos los dardos apuntan al DT César Farías. Un rendimiento discreto de la Selección y una pobre campaña lo condenan. Pero sus detractores no reparan en procesos de renovación y fortalecimiento inexistentes o mal llevados en un fútbol de conducción errática. Tampoco en que el rendimiento de Bolivia en la serie sudamericana es reflejo fiel de la falta de competitividad y calidad de una disputa casera igualada hacia abajo. Y así, solo para consumo interno, año tras año, prevalece engañosamente la superioridad de los equipos de ‘altura’ sobre los del llano. Es necesario implementar, sin cálculos mezquinos, un sistema de torneos distinto para elevar el nivel de competencia y jerarquizar a los futbolistas desarrollando sus aptitudes al máximo. Se lo puede lograr jugando en serio. Al menos, hay que intentarlo.

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