Opinión

Cara a cara

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23 de septiembre de 2021, 5:00 AM
23 de septiembre de 2021, 5:00 AM

_31 años y nada ha cambiado en los hechos. Ese es el tiempo transcurrido desde la primera marcha indígena por tierra y territorio. Los pueblos originarios del oriente llevan tres décadas con la misma demanda. Si bien se han reconocido territorios en los papeles, en la realidad estos están siendo avasallados por campesinos trasladados desde otras regiones del país, lo que deja como conclusión que el pedido de marras no ha sido atendido. 

Pero ahora la situación es más compleja, porque al desplazamiento obligado de su casa, se les está imponiendo una cultura que no es la propia y hay un avance del narcotráfico que se aprovecha de los más jóvenes para corromperlos. La dramática situación ha sido expuesta por uno de los dirigentes con más autoridad: Marcial Fabricano, quien marchó en 1990 y marcha ahora en la XII movilización. Es más, él cree que ahora, los pueblos de tierras bajas están peor.

_Marchan ancianos, mujeres, niños y, por supuesto, hombres de tierras bajas. Sus pasos son firmes, a pesar de las amenazas y del cansancio que significa recorrer un promedio de 20 kilómetros por día, dormir en el suelo, tener ampollas en los pies o infecciones intestinales. Su autoridad está en la altura moral de sus principios. 

Eso los hace admirables para el ciudadano común y temibles para el poder. Quizás por eso, los radicales acostumbrados a la violencia y al bloqueo no se han atrevido a cerrarles el paso. Hay que respetar su autodeterminación y nadie, ningún partido o sector, debe intentar instrumentalizar esta causa que merece ser escuchada y atendida.

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