OpiniónEDICIÓN IMPRESA

Cara a Cara

2 de enero de 2022, 4:00 AM
2 de enero de 2022, 4:00 AM

Empezando a transitar el año nuevo, hace falta ocuparse de algunos de los múltiples problemas que, desde hace tiempo largo, afectan a Santa Cruz de la Sierra, la principal urbe del país que no deja de crecer aunque lo hace envuelta en el caos, el abuso, la inseguridad y la suciedad. Una sensación que transmite la capital cruceña es de abandono. Las señales se advierten por doquier. Es una ciudad por la que se ha perdido el cuidado y respeto que se merece, si es que alguna vez se lo habrán guardado propios y extraños. Si alguna vez habrá tenido autoridades que realmente la cuiden, la ‘mimen’ y la hagan respetar.

Una de las tantas muestras del irrespeto tiene que ver con muy malos e incorregibles hábitos ciudadanos. Como el de arrojar desperdicios desde vehículos en movimiento por calles y avenidas. Como el ‘popó’ de los caninos de pedigrí y tamaños diversos, cuyos insensibles amos no recogen y los dejan ‘sembrados’ en parques y otras áreas verdes, donde numerosos ciudadanos se ejercitan por conservar su salud o niños acuden a jugar en bandadas.

Otra imagen del abuso impune tiene que ver con la ocupación arbitraria de espacios públicos. Como la mismísima plaza 24 de Septiembre, avasallada por vendedores ambulantes durante las pasadas fiestas de fin de año. Como igualmente ocurre los fines de semana, el año redondo, cuando se convierte en lugar de paseo y tertulia de muchos vecinos. Cuando brilla por su ausencia la vigilancia para contener a los abusivos y los desbordes que ocasionan. Si es que los tiene, ¿quiénes son los dueños la ciudad?



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