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22 de abril de 2022, 4:00 AM
22 de abril de 2022, 4:00 AM

Al género de novelas inverosímiles de ficción -énfasis reiterativo intencional- pertenecería el ejercicio boliviano de aplicar el polígrafo a todos los policías de la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico (Felcn). El anuncio ha destapado todo tipo de reacciones, memes, bromas, expresiones de sarcasmo y otras especies afines. Teóricamente hasta ayer tendría que haberse aplicado la prueba del detector de mentiras a 1.034 policías, nada menos que para “establecer el grado de transparencia” de los efectivos en sus tareas de interdicción y de combate a los narcotraficantes.

 Cualquier periodista pagaría literalmente para estar presente en las pruebas, pero como eso no es posible, un lance de la imaginación nos lleva a pensar que una de las preguntas sería: “Colega, ¿usted alguna vez ha volteado droga?” Y las respuestas, para que el polígrafo no tiemble ni haga sonar su característica sirena, tendría que ser “No, mi comandante, jamás he volteado; siempre la he dejado del mismo lado en que la encontré”.

A la pregunta “Policía, ¿alguna vez ha recibido dinero para dejar pasar la merca y a alguno que otro traficante?”. Imagino una respuesta tipo “No, mi comandante, no he dejado pasar a un narco; yo mismo lo he acompañado un trechito”.  Y así, se podría escribir una novela con las preguntas y respuestas del polígrafo aplicado a los policías, porque más allá de la ironía, hay un drama preocupante ante el que país tiene que encontrar una respuesta real: no es posible que quienes están llamados a combatir el delito se conviertan en cómplices de esa actividad. Menudo desafío.

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