Opinión

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Cara a Cara

18 de julio de 2022, 4:00 AM
18 de julio de 2022, 4:00 AM

En Bolivia hay trabajo esclavo, entendido como aquel que no respeta los derechos laborales y, muchas veces, los derechos humanos de las personas. ¿Cómo se puede entender que choferes de micro trabajen desde las 5:00 hasta después de las 22:00; que ganen unos 100 bolivianos al día o menos, que no tengan ahorro para su jubilación ni seguridad social? Aparte, soportan la presión de cumplir horarios a fin de pagar por una tarjeta de control sin multas y pagar una renta fija a los dueños de los vehículos y de las líneas. Similar es la realidad de los conductores de buses interdepartamentales, que bolean toda la noche para no dormirse en la carretera y que, al llegar a destino, deben retornar; todo eso a cambio de baja remuneración. Esto no es secreto, porque estos ciudadanos ya tienen sindicatos que los representan y dirigentes que hablan por ellos, aunque sean sancionados por los dueños de micros, cuales capataces que solo esperan su ganancia, sin que importe el costo.

 Esa es la informalidad con la que tranza el poder. La Alcaldía negocia con los dueños del transporte público y le hace concesiones a pesar de que es un ámbito donde rige un sistema de trabajo esclavo. Todos los compromisos de mejora del sistema quedan en falsas promesas porque nada cambia y los mandamases del sector se siguen enriqueciendo a costa de choferes a los que no les queda más que aceptar condiciones de explotación a cambio de tener un ingreso diario que les permita llevar el pan a su casa.

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