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Cara a Cara

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24 de julio de 2022, 4:00 AM
24 de julio de 2022, 4:00 AM

El país mete miedo. Quienes lo conducen son incapaces de generar calma en medio de la tormenta. Por el contrario, se encargan de agitar aun más las aguas. Entre otros, el ministro de Gobierno que, además de emplear un lenguaje inapropiado, viola la presunción de inocencia al mostrar a aprehendidos tras protestas callejeras en La Paz y para los que sumariamente se dictó tres meses de detención. Como era de prever, su afinidad oficialista dejó impunes a los promotores de la violencia. No se queda atrás un resentido y desubicado viceministro que, en vez de contribuir a la pacificación, suma puntos alborotando el avispero por la postergación del Censo hasta 2024 sin justificación técnica de fondo. 

La tranquilidad de los bolivianos está muy alterada. Incluso una cadena internacional de noticias puso el acento sobre la tirantez del ambiente en Bolivia. Espanta la muerte a sangre fría de 9 personas en menos de un mes. En casi todos los casos, por presuntos ajustes de cuentas relacionados con el narcotráfico y sus cruentas maneras de actuar contra quienes violan sus códigos y terminan pagando con sus vidas. Vidas truncadas dolorosamente por haber elegido el mal camino. Sin reparar en riesgos. 

Riesgos que también corren quienes piensan distinto del masismo empoderado. O sus ‘enemigos jurados’. Como el vapuleado gobernador cruceño y el líder cívico intimidado por policías en su arresto domiciliario. O el alcalde de Cochabamba al que se busca encerrar por un proceso de hace 25 años. El aire se está volviendo irrespirable en el país.

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