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15 de agosto de 2022, 4:00 AM
15 de agosto de 2022, 4:00 AM

Cinco años antes de los atentados del 11-S en Estados Unidos, la periodista italiana Oriana Fallaci advertía que el mundo estaba en guerra porque los seguidores del fundamentalismo islámico se multiplicaban y representaban una amenaza cada vez más peligrosa contra Occidente. Decía ella que se puede criticar o hasta insultar a cristianos, judíos, budistas, hindúes, pero la gente tenía miedo de ofender a los hijos de Alá. Las victorias militares de Occidente no resolvían la ofensiva del terrorismo islámico; al contrario, lo exacerbaba, Y así fue. Después llegó el atentado al World Trade Center en New York.

Esta semana, también en la misma ciudad, un hombre de 24 años llamado Hadi Matar actuó como dice su apellido y atacó a matar al escritor británico Salman Rushdie cuando se disponía a dar una conferencia. El hombre subió a la tarima y asestó al menos diez puñaladas a Rushdie en el cuello, el abdomen y la cara. El escritor probablemente perderá un ojo, tiene el hígado perforado y dañado, y los nervios de su brazo fueron cortados.

En 1989, el ayatola Ruhollah Jomeini promulgó una fatua, que es un edicto religioso con carácter de ley en Irán, por el que llamaba a matar a Rushdie tras calificar de blasfemia su libro Versos Satánicos. En 2016, medios estatales de Irán donaron $us 600.000 para aumentar la oferta a quien dé muerte al escritor. Ese es el fundamentalismo islámico. Cuánta razón tenía Oriana Fallaci, la mejor entrevistadora del mundo, que murió el 2006.

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