Opinión

Cara a Cara

21 de agosto de 2022, 4:05 AM
21 de agosto de 2022, 4:05 AM

Con motivo del Día de la Bandera, un grupo de niños fue disfrazado de ponchos rojos y encapuchado en la ciudad de El Alto. Todos llevaban un fusil de madera entre sus pequeñas manos. Un adulto vistiendo indumentaria similar, los encabezaba en inusual y llamativo desfile mientras se escuchaba de fondo la perturbadora arenga del “ahora sí, guerra civil”. No faltaron los aplausos del público al paso de la columna de los ‘guerreros’ infantiles haciendo sus primeros pinitos. Preparándose para cuando sean grandes. Entonces se podrá saber a quienes les meterán bala…

 “Ahora sí, guerra civil”. Es el mismo grito lanzado al aire por las hordas que aterrorizaron a La Paz en medio de la ola de violencia y destrucción tras la renuncia del caudillo cocalero a la presidencia y su posterior huida a México en octubre de 2019. Solamente a mentes desquiciadas o retorcidas, a espíritus envenenados por el odio y el resentimiento se les puede ocurrir exhibición semejante utilizando y adoctrinando, con fines vedados, a criaturas inocentes. Ninguna autoridad alteña ni nacional evitó ni condenó lo penosamente ocurrido. ¿En qué país vivimos?

Con todas las agravantes del caso, por tratarse de menores de edad, el hecho de referencia constituye una incitación pública a la violencia. No obstante, lo más probable es que como funcionan las cosas en Bolivia, resulte una espera inútil que el Ministerio Público investigue, identifique y sancione a los canallas e infames responsables de tan execrable delito que quedará en la nada. En una impunidad que ya no sorprende ni espanta.