21 de febrero de 2024, 4:00 AM
21 de febrero de 2024, 4:00 AM

Por definición, un disidente es la persona en desacuerdo con una política o directriz establecida en un estado u organización, sea en lo político, religioso, militar o institucional, que lleva a desacatarla y hasta desafiarla. Disentir no es delito. Pero en Rusia le costó la vida a Alexéi Navalni que, a sus 47 años, era la figura más destacada de la oposición donde ganó popularidad, especialmente entre los jóvenes, por sus denuncias de corrupción en el gobierno de Vladimir Putin.

Con Navalni se cometieron verdaderas atrocidades. Fue encerrado en una prisión identificada como IK-3 o “Lobo polar”, por encima del Círculo Polar Ártico, a 2.000 kilómetros de Moscú y donde son enviados los acusados de los peores delitos. Allí la temperatura media en invierno es de -20ºC. Compartió celda con un recluso afectado mentalmente y luego con otro que apestaba por su falta de aseo. Y como el sistema penitenciario ruso convirtió en un infierno el cautiverio de Alexéi, le envió la ‘compañía’ de un tuberculoso. Antes fue envenenado, pasó tres semanas en coma, 300 días aislado totalmente y 18 meses sin poder ir al dentista.

Finalmente, Navalni colapsó durante un “paseo” y luego fue declarado muerto. El Kremlin informó que la investigación sigue en curso y aún no se ha llegado a ninguna conclusión. Su familia intentó, sin conseguirlo, poder ver sus restos y en los homenajes en su memoria, cientos de personas fueron reprimidas y detenidas por la policía. La crueldad y perversidad del régimen de Putin desataron condenas unánimes en el planeta. No era para menos.

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