Cara a cara

“El que tenga miedo a morir, que no nazca.” El mensaje fue registrado en su cuenta Tik Tok por un miembro de un denominado Club SCZ Bikers. Haciendo alarde de temeridad, la vida parece importarle un rábano. Acaso desconozca o no le importen las estadísticas de tránsito que registran, en el primer trimestre del año, 710 accidentes de motociclistas y 45 muertes en el mismo periodo de tiempo. No es, por supuesto, el caso de quienes hacen uso consciente y responsable de una moto en Santa Cruz.

 El ‘aprendiz de suicida’ sin miedo a la muerte es de los cientos de motociclistas que han convertido calles y avenidas en pistas de carreras y de piruetas clandestinas. Los iniciales ‘juntes’ nocturnos de los miércoles son ya de toda la semana hasta de madrugada. Los vecinos están hartos del abuso y sus reclamos son como grito en el desierto. Las batidas policiales no bastan porque los ‘aventureros’ en dos ruedas cambian de lugar, como jugando al gato y al ratón, y las sanciones por las faltas de tránsito no son lo suficientemente duras para los infractores.

 La avenida Cristo Redentor era unos de los escenarios de las peligrosas competencias. También el Cambódromo sirve de circuito y en el último tiempo las partidas se dan desde la Madre India y alcanzan el segundo anillo de circunvalación. Ni el ‘casco viejo’ se libra del abuso y prepotencia de motoqueros convertidos en nueva plaga de la ‘movilidad urbana’ que tritura los nervios del vecindario. No se merecen tanto atropello diverso e impune la ciudad y su gente.