19 de mayo de 2024, 4:00 AM
19 de mayo de 2024, 4:00 AM

Hace más de un siglo, Mariano Melgarejo no podía confiar en nadie porque era muy malo con la gente. La historia refiere que al recelar de uno de sus allegados porque le estaría serruchando el piso para apartarlo de la presidencia, el fiero dictador lanzó una de sus frases más populares: “¿Confianza?, ni en mi camisa”. Y acto seguido ordenó a cuatro soldados que ‘fusilaran’ la prenda. Una definición simple de confianza es la esperanza firme que se tiene de alguien o de algo. Por eso, cuando la confianza es traicionada o se pierde es muy difícil recuperarla. Entre otras razones, la falta de confianza se genera porque no se tiene información correcta para la toma de una decisión.

Bolivia enfrenta una crisis de confianza. En sus gobernantes, en los órganos del Estado y en el porvenir. Una encuesta de Ipsos Cies Mori revela que 4 de 5 bolivianos cree que el país va por un rumbo errado y apenas el 28.9% de los consultados en las cuatro principales ciudades del eje del país, confía en lo que está pasando mientras que el 71.1% enfrenta una crisis de confianza. En los últimos 6 meses ha cambiado el ‘humor social’ de la gente, cuya mayor preocupación es el desempleo, seguido de la corrupción y la inseguridad.

Enderezar el rumbo para restaurar la confianza ciudadana con transparencia, coherencia y sin doblez debe ser premisa esencial del Gobierno y de sus operadores. Ante la desconfianza, la incertidumbre y la desesperanza, los bolivianos necesitamos recuperar el ‘humor social’ y reír a carcajadas. Si es que no está prohibido hacerlo…

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