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22 de mayo de 2024, 4:00 AM
22 de mayo de 2024, 4:00 AM

El jaguar es el felino más grande y poderoso del mundo. Su imagen es símbolo de poder para muchas culturas latinoamericanas. Representa la energía de la naturaleza y es considerado como el rey y protector de las selvas tropicales del continente americano donde su presencia asegura el natural equilibrio de la flora y fauna del entorno. En suma, es una especie vulnerable de belleza única y figura imponente que, lamentablemente, está en grave peligro extinción.

Según una serie de Mongabay, organización de periodismo ambiental independiente, en Bolivia se estimaba una población de 12.000 jaguares, aunque las partes decomisadas, entre 2014 y 2019, correspondían a por lo menos 200 ejemplares que podrían haberse perdido. Es probable que en la actualidad el número oscile entre los 6.000 y 7.000 animales de la especie.

Hace poco se registró la muerte de dos jaguares. En un tramo de una obra vial en ejecución entre Cochabamba y Santa Cruz, uno de los felinos fue atropellado por un motorizado y tras su muerte, trabajadores de la empresa constructora, lo desollaron y desmembraron para comercializar algunas de sus piezas, como la piel y los colmillos. Otro de los jaguares corrió la misma suerte, según registros gráficos del hecho. Una traficante de piezas de jaguar salió en libertad silenciosamente. Evidentemente, se trata de un delito de biocidio y tráfico de vida silvestre que en el país tiene penas de hasta 10 años de cárcel para quienes lo han cometido. Un grave delito sobre el que, sin embargo, parece tendido un manto ominoso de impunidad.


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