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29 de junio de 2024, 4:00 AM
29 de junio de 2024, 4:00 AM

“Mientras hay vida hay esperanza”. Las palabras atribuidas a Marco Tulio Cicerón reflejan el sentimiento de miles de fanáticos del fútbol. Las cuentas arden con cálculos para determinar si clasifica o no la selección. La nuestra, apenas tiene probabilidades. El propio seleccionador nacional, Carlos Alberto Zago, desinfló cualquier chispa de esperanza al señalar, antes del inicio de la Copa América, que “Vamos a adquirir todo el rodaje posible en esta competición con la misión de mejorar día a día”.

La tristeza del fútbol nacional se transforma en tragedia si de política hablamos. En estas arenas de la cosa pública, la esperanza apenas se sostiene el breve tiempo que duran las promesas de campaña. Luego, durante la gestión, poco o nada queda de lo anunciado. Aun así, y a pesar del paso de innumerables políticos, siguen más vigentes que nunca las palabras de Ana Frank: “No pienso en toda la miseria, sino en la belleza que aún permanece”.

Da igual la cantidad de frustraciones y fracasos que hayamos vivido. Contamos con la fortaleza necesaria para volver a tender puentes y esperanzarnos nuevamente. El escritor y filósofo Didier Diderot lo explicó de una manera más poética. “Es simple: solo haz que ocurra”, propuso. De esta sencilla manera visualiza el gran secreto de los sueños y anhelos. Esperar la suerte de los goles ajenos, creer en las promesas fantasiosas de los políticos o aguardar el alineamiento de los astros no garantizan la consecución de nuestras metas. La mejor esperanza se alimenta de nuestra acción propia.

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