Cara a cara
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Agosto no empezó con los mejores augurios en Bolivia, donde se lo llama el mes de la Patria. En el ya inminente 6 de agosto se evocarán 199 años de la gesta independentista. Casi en puertas del Bicentenario, el fervor cívico parece adormecido. No halla estímulo en medio de una profunda crisis que parece no tener salida. Una crisis que se deja sentir en el bolsillo y en el estómago de la gente. Aunque a regañadientes, el Gobierno admitió que la situación es crítica pero no termina de corregir el rumbo. De aplicar correctivos en vez de buscar culpables entre el ‘imperio’ y la ‘ultraderecha’. O en móviles políticos y afanes desestabilizadores, entre otras hierbas.
Cortes de ruta, paros, marchas y otras medidas configuran el abanico de protestas que ganan las calles y alteran la tranquilidad de los bolivianos. Los dólares se han volatilizado y la escasez de combustible, atribuida a la marea que dizque no baja en aguas chilenas, afecta a sectores gravitantes de la economía nacional. Además del transporte, los productivos. Justo en periodos de siembra y cosecha de diferentes cultivos.
Para peor, la falta de lluvias y una fuerte sequía que, además de afectar la ‘cadena virtuosa’ en la producción de alimentos, pone en riesgo la seguridad alimentaria que en un 70% está a cargo de la pródiga región cruceña. Y como las desgracias no llegan solas, hasta el aire se está volviendo irrespirable porque el bosque ha vuelto a arder sin control, como todos los años, carbonizando flora y fauna. Ojalá que cambien pronto los vientos malos que soplan en Bolivia.