Cara a cara
.
La insuficiencia renal es una afección por la cual los riñones dejan de funcionar y no pueden eliminar los desperdicios y el agua adicional de la sangre o mantener en equilibrio las sustancias químicas del cuerpo. Se trata de un problema de salud pública mundial que aproximadamente afecta al 10% de la población en el planeta. En Bolivia, cerca de 5.000 pacientes necesitan hasta de tres sesiones de diálisis por semana para filtrar las toxinas de su organismo. El Estado, a través del Ministerio de Salud, eroga hasta Bs. 250 millones para esos tratamientos que son onerosos en el ámbito privado.
Un sentimiento de angustia y desesperación, no es para menos, se ha apoderado de los enfermos renales y de diabetes en nuestro medio, ante el anuncio del cierre inminente del servicio de hemodiálisis del centro Davosan, a partir del 30 de septiembre. Se debe a la falta de pago que ha generado una deuda cercana a los Bs. 2,4 millones y que hace ‘insostenible’ el servicio por cuanto no se pueden cubrir el costo de los insumos para el tratamiento de los pacientes, ni el pago de sueldos del personal a cargo.
El problema se arrastra desde el mes de marzo y, no obstante su gravedad, hasta el momento poco y nada se ha hecho en el caso de los pacientes renales y diabéticos en vigilia, exigiendo al Gobierno central el cumplimiento de sus obligaciones económicas con Davosan. Urgen, por razones que se explican por sí solas, soluciones al lacerante drama planteado. Con la salud de la gente no se juega.