Cara a cara
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Sin que nada ni nadie pudiera impedirlo, la ciudad fue vandalizada nuevamente. Esta vez, unos salvajes depredadores incrustados en la hinchada de Oriente Petrolero, cometieron la tropelía en vísperas del aniversario de ese club de fútbol. Los atentados contra el ornato público se produjeron la noche del lunes 4 de noviembre. Fue al pie del monumento al Cristo Redentor donde tuvo lugar la concentración que luego se desplazaría, en caravana ruidosa, con destino a la Plaza 24 de Septiembre.
A lo largo de poco más de un kilómetro, fueron pintarrajeados muros, monumentos, horcones, ventanales y corredores. Nada se libró del ‘spray’ infamante. Sin embargo, el daño mayor fue perpetrado contra la Catedral Metropolitana, símbolo de fe del pueblo cruceño y Patrimonio Nacional, en cuyo atrio la turba incivilizada además orinó, defecó y desparramó basura. Del mismo modo, fueron llenadas de grafitis las paredes de la Casa de Gobierno, la Brigada Parlamentaria y la Alcaldía Municipal.
Similares ataques fueron cometidos en mayo pasado, por inadaptados sin remordimiento alguno, cuando la fundación del club Blooming fue evocada igualmente en plena vía pública. Como si los dos clubes, afectados en su imagen, no tuvieran sus propias sedes para que sus hinchadas celebren, eso sí, sin pintar nada ni ‘descargarse’ en cualquier sitio. Que para eso parece estar disponible la ciudad abierta, indefensa y descuidada por sus administradores, co-responsables de un inaudito y torpe atentado también estimulado por la indiferencia ciudadana.