Cara a cara
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La sobrevivencia política de Evo Morales parece complicada en extremo, aunque su insuperable adicción por el poder no le permite bajar los brazos ni darse por vencido bajo circunstancia alguna. Ni la más desfavorable como su reciente inhabilitación ratificada por el TCP, -bajo amenaza de toma por el evismo-, y que virtualmente lo ha dejado fuera de carrera de las elecciones de 2025. Además, la imagen del expresidente y caudillo cocalero está muy deteriorada después del proceso abierto por denuncias de estupro, trata y tráfico de personas en su contra.
También le pasa factura el corte de rutas por sus seguidores durante 24 días para que se suspenda la investigación judicial en su contra. Aunque esa protesta fue impulsada por el alza de precios de alimentos básicos y la escasez de combustibles, generó el rechazo de la ciudadanía agobiada por una aguda crisis económica que aún no encuentra salida. Tampoco tuvo efecto mayor la huelga de hambre que Morales levantó seis días después de haberla iniciado, buscando ‘diálogo’ con el gobierno de Luis Arce que no parece dispuesto a juntarse con el ‘hermano’ Evo, tal como ocurría en los buenos tiempos cuando ambos eran ‘carne y uña’.
Y de yapa, irrumpe la figura de Andrónico Rodríguez, su ‘ahijado político’, que amenaza con eclipsarlo por completo cuando, a sus recién cumplidos 36 años, ha iniciado una nueva gestión en Senadores que preside desde 2020 y está alcanzando vuelo propio. En cambio, Evo parece tener agotado su tiempo y su caída en picada se torna inevitable.