Opinión

Carretón, loseta y metrópolis

16 de septiembre de 2021, 5:00 AM
16 de septiembre de 2021, 5:00 AM

En estos meses ha surgido una controversia por el destino del sistema BRT, así como por el eventual cambio de las losetas en la ciudad.

A la primera me referí en una columna anterior donde abogué por una solución técnica y multidisciplinaria. Y, curiosamente, esa es la misma prescripción que aconsejo para la segunda, donde la multidisciplinariedad incluye la historia y quienes se dedican a ella.

Los ingenieros de transporte, urbanistas y arquitectos tendrán que ver cuál es la mejor solución técnica; los economistas, los beneficios y costos de ellos; e historiadores, sociólogos y antropólogos para orientar sobre las áreas de preservación. De forma consensuada, una decisión así podría ser beneficiosa para la ciudad.

Es importante tomar en cuenta que se debe delimitar bien la discusión. Una cosa es el plan de asfaltado del centro y otra es su revitalización. Es cierto que ambas están relacionadas, pero la segunda tiene componentes mucho más estructurales que el material que recubre las calles.

Probablemente requerirá una visión de mediano plazo, así como el estudio de qué han hecho otras ciudades donde este problema es también característico.

Estos dos aspectos me recuerdan a la controversia que hubo hace dos años respecto a los puentes al Urubó. Fueron meses de análisis y diferentes criterios para determinar la conveniencia y ubicación de los puentes. El tema ya fue resuelto, pero desde mi perspectiva, de forma inoportuna.

En efecto, pasar por la intersección del cuarto anillo y la avenida San Martín es una pesadilla. Varios señalan, en otro ámbito, que “Bolivia es un infierno tributario”. Haciendo una analogía, yo diría que esa intersección es “un infierno vial” para quienes vivimos entre Porongo y Santa Cruz.

En términos económicos estimo que representa el equivalente a más de tres días laborales al mes que pierden quienes entran y salen por esa vía. Pensemos lo propio para otras vías urbanas y nos daremos cuenta del alto costo que representa desplazarse para los que vivimos en la metrópolis más grande del país.

Estos tres aspectos nos muestran que las necesidades de la ciudad están creciendo más rápido que las respuestas y soluciones previas, para lo cual se necesita articular (como se hizo antes en la historia cruceña) eficazmente la institucionalidad para este proceso en adelante. De esa forma pasaremos de la reacción a la propuesta.

Una iniciativa en esa dirección es la que lleva a cabo la Gobernación del departamento al considerar la región metropolitana cruceña. Hace dos semanas hubo una reunión para definir la misión y visión entre varias instituciones.

Se nos desafió a escribir una de ellas para luego redactar en conjunto. En mi caso, redacté lo siguiente: “Es la metrópolis epicentro de Sudamérica donde las oportunidades se plasman y sus habitantes tienen una alta calidad de vida en función a la planificación armoniosa y sostenible de quienes la componen”.

Lo de epicentro tiene un componente geográfico, pero también la aspiración de que sea el centro universitario, tecnológico, industrial, cultural, para lo cual se deberá trabajar inteligente y estratégicamente. Y lo de oportunidades porque esa ha sido su característica desde su expansión desde el siglo pasado.

Hay una consideración adicional que podría ser una ventaja competitiva. En las diversas reuniones similares a las que asistí, uno de los aspectos que destacaban negativamente los expertos era la baja densidad de la metrópolis. Curiosamente, en esta época pospandemia la población en otras ciudades apunta a salir de espacios concentrados.

Hace una semana salió el libro La sobrevivencia de las ciudades: viviendo y surgiendo en la era del aislamiento, de los académicos de Harvard Edward Glaeser y David Cutler. Es curioso, pero uno de sus capítulos titula Los demonios de la densidad. Podríamos convertir esa debilidad en fortaleza para que el salto a la metrópolis esté acorde con esta nueva normalidad.

Así iremos a la ansiada metrópolis, como pasamos del carretón a la loseta.

Pablo Mendieta es Economista


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