Hay quienes cuestionan que el encierro aumenta los problemas de salud mental en los menores, pero también las cifras muestran aumento de casos de abuso

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20 de enero de 2022, 4:00 AM
20 de enero de 2022, 4:00 AM


Ya son dos las gestiones en que los niños y adolescentes no pasan clases, y es muy probable que haya una tercera, ante la incertidumbre que produce el ‘oleaje’ del coronavirus.
Sin embargo, existe la interrogante sobre si ausentarse de los centros educativos ha causado más daños que beneficios.

Según el portal The Conversation, es ya un clásico, desde el siglo XIX, en todas las situaciones de alerta sanitaria por enfermedades transmisibles, que se solicite el cierre de los colegios para controlar la transmisión. 

“En el caso del Covid-19 no se dispone de evidencias ni datos suficientes para aplicarlo con la finalidad de interrumpir la transmisión y proteger la salud de los menores”, dijo el experto en Epidemiología, Óscar Zurriaga, para The Conversation.

Explicó que el papel de los niños en la transmisión comunitaria tampoco está muy claro y los datos de los que se dispone muestran que, entre los niños de educación primaria, las tasas de transmisión tienden a ser bajas.

Puso de ejemplo a España, donde el número de casos según el ámbito de posible exposición muestra que solo el 2% se han relacionado con el ámbito escolar. Muy por debajo del ámbito domiciliario (35,7%), social (5,9%) o laboral (5,1%).

¿Daño o beneficio?
Según Zurriaga, en cambio han ido acumulándose evidencias del daño que puede originarse con el cierre escolar en los menores. Entre ellos se encuentran el aumento de la ansiedad y la soledad en los jóvenes. Asimismo, también se recoge un incremento del estrés, de la tristeza, la frustración, la indisciplina y la hiperactividad de los niños.

Además, el encerramiento afecta a otros aspectos de la salud infantil, como la nutrición, el ejercicio físico o la obesidad. “Para muchos escolares, especialmente los de menor nivel socioeconómico, las escuelas son también un lugar para comer de manera saludable y regular”.

Otra observación es que, mientras dura el cierre escolar, se reduce también la actividad física diaria de los menores. Todo eso puede repercutir en un aumento de la prevalencia de obesidad infantil. Además, los problemas de aprendizaje también pueden incrementarse, especialmente para los niños con menores recursos.

Bolivia
María Renée Canedo, de la Asociación Nacional de Colegios Particulares, dijo que son varios los reportes de los psicólogos escolares sobre cambios en la conducta de los estudiantes, ya que a pesar de la pandemia se les ha realizado el seguimiento acostumbrado.

“Concuerdo completamente con el análisis de que este encierro genera más daños que beneficios, hay muchos casos de niños y jóvenes con depresión. Hay informes sicológicos sobre el aumento de los casos de angustia, desinterés, depresión por en encierro, ya que lo natural es compartir. Solo en Bolivia se han cerrado los colegios por completo”, explicó Canedo.

Un informe de Cepal y Unicef mostró que, durante la crisis de la enfermedad por coronavirus, factores como las limitaciones de la actividad económica, el cierre de las escuelas, el acceso reducido a los servicios de salud y el distanciamiento físico pueden incrementar la vulnerabilidad y exposición en la infancia y adolescencia a la violencia y otras vulneraciones a los derechos de niñas, niños y adolescentes.

“En el marco de esta crisis, existen dos grandes amplificadores de riesgo de la violencia sexual: el cierre o reducción de la atención presencial en los entornos habituales de detección de casos, como las escuelas y los centros de salud, y el incremento de las horas que niñas, niños y adolescentes y los agresores pasan conectados en línea”, dice el reporte.

Otro informe de UNFPA mostró cifras alarmantes en Bolivia, solo en los cinco primeros meses de 2020, en pleno confinamiento, se anotaron 663 embarazos en adolescentes, es decir casi cuatro embarazos de niñas por día.
A veces, los casos se dan por violencia sexual en entornos cercanos, como el familiar y con el encierro se hace más difícil detectarlos.

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